La planta sedienta
María observaba por la ventana del piso de arriba mientras su mamá se iba al trabajo. A su lado, en el alféizar, estaba la planta de su madre. Había salido de la casa sin regarla, ¡otra vez!
María tomó la planta y corrió al piso de abajo, con cuidado de no ir demasiado rápido. No quería romper la colorida maceta de barro que ella y su mamá habían pintado juntas.
“¡Abuela!”, gritó María. “Mamá sigue olvidando regar su planta. ¡No la he visto regarla en varios días! ¿Crees que muera?”
“Cálmate, María”, sugirió su abuela con delicadeza mientras se sentaba en la mesa de la cocina. “Si necesita agua, podemos regarla nosotras. Pero esta es una planta suculenta”.
“¿Qué significa eso?”, preguntó María ubicando la planta frente a su abuela y sentándose en la otra silla.
“Las plantas suculentas viven en el desierto, donde no hay mucha lluvia. Almacenan agua en sus hojas para ahorrar para los días de sed”.
“Siempre me he preguntado por qué Dios creó los desiertos. ¡Nada puede vivir ahí! Supongo que estas plantas son la excepción”. Una de las gruesas hojas verdes hizo cosquillas en la nariz de María mientras la niña movía la maceta por la mesa.
“De hecho, hay muchas plantas y animales que viven en desiertos… y personas también”, le comentó su abuela. “Muchos de los personajes de los que leemos en la Biblia vivieron en desiertos”.
“¡Yo podría vivir ahí si no tuviera que tomar tanta agua!”, aseguró María.
La abuela rio. “¡Un personaje bíblico dijo lo mismo! Jesús le dijo que Él es el agua viva”.
María se veía desconcertada. “Eso no tiene sentido. ¡No podemos meter a Jesús en un vaso!”
La abuela sonrió. “Lo que Jesús quería decir es que Él nos da vida espiritual. Siempre está con nosotros y, cada vez que nos sintamos espiritualmente sedientos, podemos acudir a Él. Jesús nos refrescará al recordarnos lo que ha hecho por nosotros y la vida que tenemos que Él, así como esta planta suculenta almacena agua en sus hojas para los días de sed”.
María tocó delicadamente una de las hojas de la planta. “A veces me pongo triste cuando mi mamá tiene que ir a trabajar. Pero me alegra que Jesús siempre esté conmigo y me escuche cuando oro”.
“Es cierto”, aseguró su abuela. “Ahora, hablando de sed, creo que es hora de tomar una leche con chocolate”. — HENRIETTA DUCAP
JESÚS TE REFRESCA EN LOS DÍAS DE SED
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 63:1
OH, DIOS, TÚ ERES MI DIOS; TE BUSCARÉ CON AFÁN. MI ALMA TIENE SED DE TI.
¿Sientes que tienes sed? Cuando tienes sed físicamente, tomas agua. Cuando tienes sed espiritual, necesitas el agua viva: Jesús. Solo Él puede saciar tu sed espiritual y darte vida espiritual. Si confías en Él como tu Salvador, Él estará siempre contigo. Cuando te sientas seco y con sed, acude a Jesús. Él te refrescará y te recordará cuánto te ama.
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