La pantufla destrozada

—¡Mira lo que hizo Otis! —María le mostró a su padre su pantufla empapada y destruida—. Lo regañé y lo saqué al patio.

—Lo siento, corazón —expresó papá mientras tomaba la pantufla destrozada—. Puedo ver que ese cachorrito necesita mucho más entrenamiento.

Su madre habló desde el pasillo.

—María, Iris te llama al teléfono —. La niña le entregó su celular.

Unos minutos más tarde, la voz de María se escuchó desde la cocina.

—Siempre quieres que haga todo el trabajo, Iris. ¡Eres tan perezosa! Nunca más volveré a hacer contigo un proyecto de la escuela.

—¿Qué fue eso? —preguntó mamá cuando María le devolvió su celular—. Creí que Iris era tu mejor amiga.

—Es que… es que me llamó en un mal momento —balbuceó la niña.

—¿Tu hermana también te encontró en un mal momento? —preguntó su madre—. Te oír gritarle en la mañana.

María se sonrojó.

—Ella siempre me molesta cuando estoy cansada. Pero le dije que lo sentía —la niña sonrió—. Le voy a devolver la llamada a Iris para pedirle perdón.

En ese momento, Otis lloró en la puerta.

—Oh, creo que Otis quiere entrar y pedir perdón también —señaló papá, entregándole la pantufla mordisqueada a María.

La niña la miró.

—No lo dejen entrar —refunfuñó enojada—. Mi pantufla está arruinada por culpa de ese perro.

Papá asintió.

—¿Sabes, hija? Aun si perdonaras a Otis y lo dejaras entrar, eso no arreglaría la pantufla. Está destrozada para siempre.

—Lo sé —afirmó María—. ¡Por eso estoy enojada con él!

—Bueno, los sentimientos también pueden quedar tan destrozados como tu pantufla —explicó el padre—. Una vez que dijiste algo, en realidad no puedes borrar esas palabras. Puedes sentirlo y expresar que lo lamentas, pero las palabras ya han hecho daño. Muchas veces, no hay forma de reparar el daño.

—Así es —aseguró mamá—. Hay varias personas a las que debes pedir perdón, pero aun si te perdonan, todavía heriste sus sentimientos. Debes tener más cuidado para controlar tu lengua y no decir cosas hirientes, para empezar.

—Pero… no sé… no sé cómo —confesó María.

—Piensa antes de hablar —le aconsejó papá—. Cuanto te sientas enojada, cuenta hasta diez antes de decir algo. Pero más que nada, recuerda que Jesús te da la capacidad de amar a otros como Él lo hace. Confía en que el Señor te ayudará a hablar en amor, no en enojo.

HARRIETT A. DURRELL

USA TUS PALABRAS DE FORMA AMOROSA

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 12:18 (NVI)

EL CHARLATÁN HIERE CON LA LENGUA COMO CON UNA ESPADA, PERO LA LENGUA DEL SABIO BRINDA SANIDAD.

¿Dices cosas que realmente no quisiste decir? Es muy fácil hacerlo. La Biblia tiene mucho que decir sobre cuántos problemas puede causar tu lengua. También da la cura: deja que el amor de Cristo en tu corazón controle lo que dices. Si se te ha dificultado controlar tu lengua, pídele perdón a quienes hayas herido. Después usa tus palabras para animar a otros y resolver problemas de una manera amorosa.

Clave de Hoy
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