La montaña rusa

Malaquías caminó tímidamente hacia la montaña rusa y se puso en la larga fila con un montón de niños inquietos, que gritaban y hablaban mucho. Él se paró en silencio, mirando fijamente la fila que seguía avanzando.

—En este juego no hay una caída empinada, ¿verdad? —le preguntó a su abuelo, nervioso.

—¡No te preocupes! —le animó el abuelo—. Es un juego tranquilo, solo hay una caída grande al inicio. Vas a estar bien.

Los ojos de Malaquías se abrieron del susto y el niño miró la salida de emergencia que tenía al frente.

—Eh… la fila está muy larga, abuelito. ¿No estás cansado? Vayamos a otro juego.

—No tienes miedo, ¿o sí? —preguntó el abuelo.

—¿Miedo? ¿Yo? ¡He estado en cientos de montañas rusas! —Malaquías sabía que esa era una pequeña exageración. Los únicos juegos en los que había estado eran algunos carruseles.

En poco tiempo, Malaquías y su abuelo estaban sentados en el carrito, con barras de seguridad en sus piernas. No había vuelta atrás. El niño respiró profundamente y miró a su abuelo una última vez.

—No te preocupes, hijo —le dijo el abuelo mientras el carrito avanzaba hacia arriba—. Sé que da un poquito de miedo, pero no te llevaría en esta montaña rusa si no creyera que te va a gustar. ¡Solo relájate y diviértete!

Malaquías agarró con fuerza la barra que tenía frente a él, mientras el carrito de la montaña rusa llegaba a la cima de los rieles. Cuando salieron a toda velocidad, el niño soltó un grito. Todo terminó antes que él se diera cuenta.

—¿Qué te pareció la montaña rusa? —preguntó el abuelo cuando salieron.

—¡Genial! —exclamó Malaquías—. Después que me dijiste que me relajara y me divierta, ¡el miedo se fue! Recordé que has estado en muchas montañas rusas, así que confié en ti.

—Sé que siempre has tenido miedo de las montañas rusas —comentó el abuelo—. ¿Sabes? Esa montaña rusa se parece mucho a los altos, bajos y giros aterradores que hay a veces en nuestras vidas. Pero Dios nos dice que confiemos en Él cada vez que tengamos miedo. Jesús entregó Su vida para salvarnos y siempre estará con nosotros en los altibajos de la vida. Él nos ayuda a seguir adelante, sin importar cuáles sean nuestros miedos.

—Sí —afirmó Malaquías—. Así como me ayudaste en la montaña rusa. Si no hubieras estado ahí, ¡me habría ido por la salida de emergencia, sin duda!

DOUG LIM

CONFÍA EN DIOS CON TUS TEMORES

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 56:3

EN EL DÍA QUE TEMO, YO EN TI CONFÍO.

¿Alguna vez has sentido miedo? Todos tienen temor en un momento u otro. Pero a veces los altos y bajos de la vida pueden ser muy grandes y aterradores. Sin importar qué temores o incertidumbres afrontes, Dios promete que estará ahí para ti. Él te ama tanto que entregó a Su Hijo, Jesús, para salvarte. Puedes confiar en Él. Entrégale tus temores para que puedas sentir Su paz, sin importar cuán grande sea la montaña rusa en la que viajas.

Clave de Hoy
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