La mochila perdida
“Mamá, ¿sabes dónde está mi mochila? No la encuentro en ningún lado y pronto tengo que salir a tomar el autobús”, exclamó Consuelo mientras corría frenéticamente de una habitación a otra.
“¿Dónde fue la última vez que la viste?”, preguntó su madre.
Consuelo se detuvo a pensar. “¡Oh, no! Creo que la dejé anoche en casa de la abuela. ¿Qué voy a hacer? ¡Tiene mis tareas para hoy!”
“Supongo que tendremos que ir por ella y luego te llevaré a la escuela”, señaló mamá mientras tomaba las llaves del automóvil.
Cuando llegaron a la casa de la abuela, Consuelo golpeó con fuerza, pero no hubo respuesta. “No abre la puerta, mamá”, indicó la niña, volviendo al automóvil.
“Eso no es normal para la abuela. Normalmente se despierta a las 06h00”. Su madre apagó el automóvil, caminó hacia la puerta y le quitó el seguro.
“¡Auxilio!”, gritó la abuela. Ambas corrieron a la cocina, donde la abuela se había tropezado y caído, y no podía levantarse. La madre llamó a la ambulancia y en pocos minutos la anciana se dirigía al hospital.
Llegaron a la sala de emergencias y mamá entró con la abuela, mientras Consuelo se sentaba en la sala de espera. Su padre vino poco tiempo después.
“¿Tienes alguna noticia?”, preguntó papá al sentarse a su lado.
“No, pero mamá dijo que saldría a contarnos tan pronto como supieran algo”, respondió Consuelo.
Justo en ese momento, la madre salió. “Ahora mismo están llevando a la abuela para hacer una radiografía. Creen que pudo haberse roto la cadera y que probablemente necesite cirugía”.
Las lágrimas inundaron los ojos de Consuelo. “¿Y si la abuela nunca más puede volver a caminar?”, preguntó, comenzando a llorar.
Su madre la abrazó. “No estoy segura de qué pasará. Solo tenemos que confiar en Jesús. Él nos salvó y nos promete que todo en nuestras vidas cooperará para nuestro bien. Por ejemplo, esta mañana Dios usó tu mochila perdida para ayudarnos a encontrar a la abuela cuando nos necesitaba. Pase lo que pase con tu abuelita, podemos confiar en que Él estará con nosotros y tiene un plan”.
Consuelo limpió sus lágrimas. “¿Podemos orar?”, preguntó. Sus padres sonrieron y asintieron. Al orar con su familia, Consuelo supo que podía confiar en Jesús, independientemente de lo que ocurriera. — MELISSA YEAGLE
CONFÍA EN JESÚS EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:28
Y SABEMOS QUE PARA LOS QUE AMAN A DIOS, TODAS LAS COSAS COOPERAN PARA BIEN, ESTO ES, PARA LOS QUE SON LLAMADOS CONFORME A SU PROPÓSITO.
¿Conoces a Jesús como tu Salvador? Si tu respuesta es sí, Él siempre está contigo y te ayudará con cualquier cosa que enfrentes. Él no promete que no tendrás dificultades o que no afrontarás problemas en tu vida, pero sí promete ayudarte y usarlos para bien, aun cuando no puedas ver cómo. Confía en que Dios hará que coto coopere para bien.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!