La mesa polvorienta
—Quiero preguntarte algo, mamá —dijo Emma con dudas, mientras su madre la alistaba para dormir una noche—. El verano pasado confié en Jesús como mi Salvador, pero parece que siempre estoy haciendo algo malo… como hoy, que me porté mal con Celso. Cuando hago cosas así, le pido a Dios que me perdone, pero ¿y si me olvido de pedirle perdón? ¿O qué pasa si ni siquiera me doy cuenta de que hice algo malo? —la niña hizo una pausa—. ¿Sigo siendo salva, entonces?
Mamá se sentó en la cama.
—La muerte de Jesús pagó por todos tus pecados, hija. Jesús nunca te desconocerá si has puesto tu confianza en Él.
—¿Estás segura? —preguntó Emma.
—Completamente segura —mamá apuntó una mesa pequeña en la esquina de la habitación de la niña—. ¿De dónde salió eso?
—Es la mesa que la señora Morales encontró cuando estaba limpiando su sótano la semana pasada. Me dijo que podía quedármela. Estaba vieja y sucia, y ella iba a tirarla a la basura. La limpié y después papá me mostró cómo lijarla y pintarla —Emma sonrió—. Ahora se ve genial, ¿no crees?
Su madre asintió.
—Claro que sí. Quedó hermosa, así que disfrútala mientras puedas. Tu habitación a veces se llena de polvo, ¿sabes? Pronto esa mesa quedará otra vez cubierta de polvo y tendrás que tirarla a la basura.
—¿Al a basura? —exclamó Emma—. ¿Estás bromeando? ¡Nunca podría volver a verse tan mal de cuando la recibí! Estaba cubierta de tierra, insectos y telarañas, pero no la tiré a la basura cuando estaba así. Definitivamente no voy a deshacerme de mi mesa, ¡después de todo el trabajo que hice para que se viera bien! Solo la limpiaré cuando sea necesario. Amo esa mesa.
Mamá sonrió.
—Estaba segura de que ibas a decir eso, hija. ¿No te das cuenta de que Dios te ama mucho más de lo que tú amas a esa mesa? Tu vida estaba llena de pecado, pero Jesús murió para salvarte de él. Cuando pusiste tu confianza en el Señor, Él te hizo parte de Su familia. Él no va a echarte fuera, no después de todo lo que ha hecho por ti. Así como piensas limpiar el polvo de esa mesa cada vez que se ensucie, Jesús te perdonará cada vez que hagas algo malo. Confiésale tus pecados y Él te dejará limpia.
SHERRY L. KUYT
ERES HIJO O HIJA DE DIOS PARA SIEMPRE
VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 1:9
SI CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, ÉL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONARNOS LOS PECADOS Y PARA LIMPIARNOS DE TODA MALDAD.
¿Has confiado en Jesús como tu Salvador? Dios dice que, si has puesto tu confianza en Jesús para que te salve del pecado, nada podrá separarte de Su amor. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti). Una vez que confías en Jesús, eres un hijo o hija de Dios, y nada de lo que hagas cambiará eso. Él te ofrece perdón cada vez que lo necesites. Confiésale tus pecados al Señor y Él los limpiará.
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