La mascota de la maestra
—¿Vamos a invitar a Bea a nuestra fiesta el viernes por la noche? —le preguntó Valentina a su amiga, Juana, mientras estaban ocupadas con los planes de la fiesta, sentadas en la cama de Valentina.
—¡Claro que no! No queremos a la mascota de la maestra en nuestra fiesta —Juana miró la lista—. Parece que estamos invitando a todas las chicas de nuestra clase, excepto a Bea.
Valentina se puso el dedo en los labios.
—Si mis padres se enteran, tendremos que invitar también a Bea. No digas nada, por favor —la niña metió la lista en el cajón de su escritorio y las niñas bajaron a la cocina.
El padre de Valentina las saludó con un cachorrito en sus brazos.
—Mira lo que tengo.
—¡Un perrito! —Valentina cargó al cachorrito y lo acurrucó bajo su quijada—. ¿Podemos quedarnos con él? Yo lo cuidaré, ¡le enseñaré buenos modales perrunos! —entonces pensó en su otro perro—. ¿Rosco ya lo vio?
Papá sonrió.
—No, Rosco todavía no lo ha visto, pero sí, podemos quedarnos con él… si Rosco nos da permiso, claro está. Vayamos a ver.
Cuando abrieron la puerta para salir, un pastor escocés se acercó dando brincos por el jardín. De repente, se detuvo y gruño ferozmente.
—A ver, Rosco. No te portes así —regañó Valentina—. Este perrito quiere ser tu amigo —el cachorrito lloriqueó, pero Rosco volvió a gruñir—. ¡Basta, Rosco! —Valentina frunció el ceño—. ¿Por qué se porta tan mal, papá?
—Porque está celoso. Rosco no quiere que tengas otra mascota.
Las niñas cruzaron miradas y ambas se dieron cuenta, de repente, que habían estado actuando igual que Rosco, porque estaban celosas de Bea. «Debemos reemplazar los celos con amor», pensó Valentina al recordar una lección que había oído recientemente en la iglesia. «Jesús nos ama tanto que entregó Su propia vida por nosotros y, por esa razón, podemos amar a otros, en lugar de sentirnos celosos de ellos».
—Creo que los dos perros pueden aprender a ser amigos —opinó papá—. Pero, por ahora, será mejor que lleves adentro al cachorrito.
Las niñas llevaron el perrito a la habitación de Valentina.
—Creo que lo voy a llamar Mordelón —comentó Valentina—. Toma, cárgalo por un minuto —ella le entregó el cachorro a Juana, sacó la lista para la fiesta y agregó el nombre de Bea—. Adivina una cosa, Mordelón —indicó mientras acariciaba la cabeza del perrito—. ¡El viernes conocerás a todas las chicas de nuestra clase!
BARBARA J. WESTBERG
NO TENGAS CELOS
VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 3:16
DONDE HAY CELOS Y AMBICIÓN PERSONAL, ALLÍ HAY CONFUSIÓN Y TODA COSA MALA.
¿Has dejado que los celos entren sigilosamente en tu vida? Tal vez sientas envidia de alguien que siempre tiene las respuestas correctas en clase o de un hermano que reciba mucha atención de tus padres. Si tienes celos de alguien, pídele a Dios que te ayude a ver todas las cosas buenas que Él ha puesto en tu vida. Recuerda que Jesús murió por ti y confía en que Él te ayudará a reemplazar los celos con amor. Luego haz algo bueno por esa persona.
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