La mamá gallina
La abuela levantó la mirada cuando hacía el desayuno en el momento en que Jacob entró a la cocina. “Te ves cansado”, comentó.
Jacob bostezó. “No podía dormir anoche por la tormenta”.
“¡Sin duda hacía mucho ruido!”, señaló la abuela mientras comenzaba a batir la masa para los panqueques. “Yo también me desperté”.
“¿El abuelo fue al granero?”, preguntó Jacobo. Su abuela asintió y Jacob se puso sus botas de caucho para salir. El niño encontró a su abuelo, que estaba ordeñando la vaca.
“¡Buenos días, Jacob! Parece que te haría bien dormir un poquito más”, dijo su abuelo. “¿La tormenta de anoche no te dejó dormir?”
“Sí, pero voy a estar bien”, contestó Jacob. “¿Qué puedo hacer para ayudar?”
“Puedes darles de comer a las cabras”, respondió el abuelo.
Cuando terminaron las tareas de alimentar y ordeñar, ambos fueron a recoger los huevos. “Oye, Jacob, ¿viste esa gallina?”, preguntó su abuelo.
Jacob miró a la gallina que el abuelo apuntó y ahogó un grito. “¿Qué pasó?”, preguntó. “Le falta un montón de plumas, ¡está arañada y golpeada!”
“Anoche los pollitos de esta gallina hicieron nido en un pasto alto afuera”, explicó el abuelo. “Cuando empezó la tormenta, tenían mucho miedo como para moverse. Ahora, imagínate, si esta gallina hubiera entrado en el gallinero, hubiera permanecido abrigada y seca. Sin embargo, se quedó afuera en el temporal, cubriendo a sus pollitos con sus alas para protegerlos. Si no lo hubiera hecho, ¡sus pequeñitos no habrían sobrevivido!”
Jacob escuchó con los ojos abiertos por el asombro. “¡Guau! A ella en verdad le importan sus pollitos, ¿verdad?”
El abuelo asintió. “¿Sabías que Dios siente lo mismo por nosotros? Esta gallina estuvo dispuesta a morir para salvar a sus politos, y Dios nos envió a Su único Hijo para morir por nosotros. La Biblia incluso describe cómo Dios extiende Sus alas sobre nosotros, del mismo modo que la mamá gallina protege a sus pollitos”.
“¡Es una gran protección!”, exclamó Jacob.
“¡Claro que sí! Y estoy agradecido por la forma en que Dios nos protege”, afirmó el abuelo.
“¡Yo también!” Jacob sonrió. “¿Sabes por qué otra cosa estoy agradecido?”
“¿Cuál?”, preguntó el abuelo.
“Por la comida que prepara la abuela. Espero que podamos desayunar pronto. ¡Me estoy muriendo de hambre!”
El abuelo rio. “¡Yo también! Vamos a ver si ya está lista”. – ELENA KETNER
DIOS PROTEGE A SUS HIJOS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 91:4
CON SUS PLUMAS TE CUBRE, Y BAJO SUS ALAS HALLAS REFUGIO.
¿Sabías que Dios protege a Sus hijos del mismo modo que la mamá gallina cubre a sus pollitos? Los que confían en Jesús se refugian bajo Sus alas. Si le perteneces a Jesús, nada podrá separarte de Él, sin importar cuán fuerte sea la tormenta que se presente. Jesús estuvo dispuesto a morir por ti para salvarte y jamás te dejará. (Presiona aquí para que conozcas acerca de las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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