La lista del soplón
“¡Mamá! ¡Adriana tomó mi libro sin pedírmelo!”, gritó Sebastián desde su habitación.
El grito de Adriana siguió al de su hermano. “¡Sebastián nunca comparte nada y siempre dice que no cuando le pido algo prestado!”
La madre se paró en la puerta de la habitación y suspiró. “¡Estoy cansada de esto! Siempre están peleando y delatándose el uno al otro. ¿Creen que sus acciones demuestran que le pertenecen a Jesús? Deben aprender a solucionar sus problemas y a perdonarse mutuamente”. Las cejas de mamá cobraron una posición pensativa. Luego ella salió de la habitación y regresó con dos libretas. “Les voy a dar una libreta a cada uno. En vez de decirme a mí todas sus quejas, escriban lo que el otro hace que les molesta. Después de la cena, el próximo viernes, su papá y yo leeremos sus listas y daremos el castigo que creamos necesario”.
“¡Qué bien!”, pensó Sebastián. “¡Ahora va a saber Adriana lo que es bueno!” No tuvo que esperar mucho para ver a su hermana jugando con sus carritos sin pedirle permiso. El niño corrió a traer su libreta. Observó toda la semana y, para el viernes, Sebastián tenía una lista de 23 cosas que su hermana había hecho.
Esa noche, justo antes de la cena, Adriana se le acercó. “Te muestro mi lista si tú me enseñas la tuya”.
“Está bien”, aceptó Sebastián. “Déjame ver”.
El niño se sorprendió al ver casi 30 cosas en la lista de Adriana. Leyó: “Sebastián me cerró la puerta en la cara… Sebastián arruinó mi casa de muñecas… Sebastián me puso apodos”. Y, lo peor de todo: “Sebastián me golpeó porque no le di un poco de mis dulces”.
“¡Oh, no!”, exclamó el niño. “Si mamá y papá ven esto, ¡voy a meterme en graves problemas!”
Adriana estaba ocupada leyendo la lista de Sebastián. “Yo también”, admitió. “Hermano, lamento mucho haber hecho todas estas cosas”. La niña tomó su lista de las cosas malas que hizo Sebastián y la rompió. “Y te perdono por todas las cosas que me hiciste. Le voy a entregar esta lista a Jesús para que Él se encargue… La semana pasada hablamos de eso en la iglesia”.
Sebastián sonrió mientras rompía su propia lista. “También te perdono, Adriana”. – SHERRY L. KUYT
NO SEAS UN SOPLÓN
VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 3:13
SI ALGUIEN TIENE QUEJA CONTRA OTRO, COMO CRISTO LOS PERDONÓ, ASÍ TAMBIÉN HÁGANLO USTEDES.
¿Te gusta ser soplón? A veces es fácil notar que las otras personas hacen cosas malas y olvidarnos que nosotros mismos no somos perfectos. El algún punto verás a alguien hacer algo que podría tener consecuencias graves y ahí debes contárselo a un adulto. Pero no formes el hábito de acusar a otros solo para conseguir lo que quieres o para hacer que los otros se vean mal. Perdona cuando te hagan mal, ¡así como Jesús te perdonó a ti!
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