La historia del soldado
El sombrío muro negro grabado con filas y filas de nombres llenó a Vladimir de asombro. Estaba visitando Washington, D.C. con su familia y se encontraba de pie, frente al monumento que honra a los hombres y mujeres que murieron mientras servían en la guerra de Vietnam. Todos sus nombres estaban enlistados en ese muro.
Un hombre mayor que usaba una gorra de veterano de guerra estaba de pie, ahí cerca. Parecía estar buscando algo mientras leía los nombres. Entonces puso un dedo en uno de ellos y empezó a dibujar las letras de ese nombre. Lleno de curiosidad, Vladimir se acercó. Se sorprendió al ver lágrimas en las mejillas de aquel hombre. Él notó su presencia y se sintió avergonzado. El niño se alejó.
—Está bien, jovencito —dijo el hombre—. Permíteme explicarte la razón para estas lágrimas —él se agachó y miró a Vladimir a los ojos—. El nombre que estaba dibujando con los dedos pertenece a un buen amigo mío, un hombre que peleó conmigo en Vietnam. Estábamos juntos cuando una granada cayó junto a nosotros. Genaro se lanzó sobre ella y recibió toda la furia de la explosión. Él murió por mí. Es por él que estoy vivo hoy —el hombre le dio a Vladimir una sonrisa temblorosa y se alejó.
Más tarde, el niño les contó a sus padres lo que había dicho ese hombre.
—Debe sentirse muy raro saber que alguien murió para salvar tu vida —comentó Vladimir.
—Seguro que sí —afirmó papá. Él asintió, pensativo—. De hecho, eso también te pasó a ti, hijo. Alguien sí murió para salvarte.
Vladimir se quedó perplejo.
—¿Alguien murió para salvar mi vida? ¿Quién?
—Jesús —respondió papá—. Todo lo que Él sufrió en la cruz fue por ti, hijo. Fue para pagar por tus pecados y los míos, y los de todos los demás en el mundo. Él sacrificó Su vida para salvarnos.
—¡Guau! —exclamó Vladimir—. Lo sabía, pero ahora parece mucho más real, después de hablar con ese soldado —él miró el largo de aquel muro—. Si lo veo por aquí otra vez, quizá tendré la oportunidad de decirle que alguien también murió para salvarme.
CAROLYN E. YOST
JESÚS MURIÓ POR TUS PECADOS
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 5:8
DIOS DEMUESTRA SU AMOR PARA CON NOSOTROS, EN QUE SIENDO AÚN PECADORES, CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.
¿Sabías que Jesús sacrificó Su vida para salvarte? Al morir en la cruz, Jesús tomó el castigo por tu pecado, es decir, las cosas malas que has hecho, para que pudieras tener vida eterna. Tanto así te ama. Confía en Jesús como tu Salvador, para que puedas tener vida eterna con Él. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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