En realidad está vacío

—Mamá, ¿puedo hacer un poco de limonada? —preguntó Estefanía.

—¿Puedes?  Yo lo dudo mucho —bromeó su hermano, Telmo—. Después de todo, se necesita tener habilidad para hacer limonada.

—Ay, cállate —indicó Estefanía—.  ¿Me das permiso que haces un poco de limonada, mamá?

Su madre rio.

—Puedes y tienes permiso.  Ayer traje unos sobres de bebidas de frutas.  Solo agrega el azúcar y el agua, pero asegúrate de mezclarlos bien.

—No cambies la idea de la limonada —sugirió Telmo mientras Estefanía se acercaba a la alacena—.  La limonada es mi bebida favorita.

La niña le hizo una mueca a su hermano, pero sacó un sobre que tenía el dibujo de un limón grande y amarillo.  Después de medir cuidadosamente el azúcar y de meterlo en la jarra, Estefanía tomó el sobrecito de limonada en polvo.  Iba a romperlo para abrirlo, pero después lo inspeccionó más de cerca.  Ella sintió los bordes con sus dedos.  Después sacó un sobre diferente de la caja y comparó los dos paquetitos, sacudiéndolos y sintiéndolos con los dedos.

—¡Oh, rayos! —Tulio torció los ojos—.  Sabía que tenía razón.  Creo que ella no puede hacer limonada.

Estefanía lo ignoró.

—Mamá —señaló—.  Creo que este paquete no tiene nada adentro.  Se siente vacío.

—Bueno, averígualo —comentó Telmo—.  Rómpelo, ábrelo y veamos si hay algo adentro.

—¡Espera! —exclamó su madre, quitándole el sobrecito a su hija—.  Creo que tienes razón.  Parece que está vacío, pero no lo rompas para abrirlo.  Lo usaré como ilustración para los niños de mi clase en la iglesia.

—¿Una ilustración de qué? —preguntó Estefanía.

—Me recuerda cómo las personas pueden creer a veces que son cristianos porque asisten regularmente a la iglesia o tienen acciones que son generosas y amables —respondió mamá—.  Al igual que este sobre de limonada, se ven bien por fuera, pero no conocen a Jesús.

—¿Y las demás personas caen en el engaño por lo que ven, así como tú caíste al comprar este sobrecito? —preguntó Telmo.

—Así es —contestó su madre—.  Pero a nadie puede engañar a Dios.  Él ve el corazón de cada persona.  No importa cuántas cosas buenas hagamos.  Sin Jesús, en realidad estamos vacíos.

Estefanía sonrió.

—¡Por eso necesitamos confiar en Él!

—Exactamente —aseguró mamá—.  Necesitamos que Jesús llene nuestros corazones con Su bondad.

HAZEL W. MARETT

LAS BUENAS OBRAS NO PUEDEN SALVARTE

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 2:8 (NTV)

DIOS LOS SALVÓ POR SU GRACIA CUANDO CREYERON. USTEDES NO TIENEN NINGÚN MÉRITO EN ESO; ES UN REGALO DE DIOS.

¿Siempre tratas de ser agradable, ayudador y amable para que los demás crean que eres una buena persona?  Ninguna de las cosas buenas que hagas pueden salvarte.  Es probable que engañes a la gente, incluso podrías engañarte a ti mismo, y pesar que eres cristiano porque eres una buena persona, pero no puedes engañar a Dios.  Él puede ver si Jesús vive en tu corazón o si en realidad estás vacío por dentro.  Confía en Jesús como tu Salvador hoy mismo.  (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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