En la casa para la cena
Oliver entró en su habitación. No tenía ganas de jugar. Cuando se sentó en su cama, un pequeño camión rojo captó su atención. Era el juguete favorito de Pepito. ¡Pepito! Oliver cerró sus ojos. Las imágenes de su hermanito llenaron su mente: cuando jugaba feliz; el día que sus padres lo llevaron al médico; la vez que su madre abrazó a Oliver y le explicó que Pepito estaba muy enfermo; el ver cómo su hermanito estaba cada vez más pálido y delgado. Llegó el día en que Pepito fue al hospital y nunca regresó. Había pasado solo una semana desde el funeral y el entierro del pequeño.
—Oliver —lo llamó su padre—. ¿Quieres venir a ayudarme a limpiar las hojas del jardín?
El niño se levantó lentamente para ayudar. Él y papá trabajaron en silencio por un rato. Después, con voz temblorosa, Oliver dijo:
—Papá, extraño mucho a Pepito. ¡A veces no sé cómo soportar esta tristeza!
—Lo sé, hijo… yo también lo extraño —el padre extendió su brazo para abrazar el hombro de Oliver—. Quiero compartir algo que me ayuda y tal vez sea útil para ti también —él se apoyó en su rastrillo—. ¿Recuerdas cómo se supone que iba a nevar temprano el año pasado y todos trabajamos juntos para recoger las hojas antes que cayera la nieve?
Oliver asintió.
—Teníamos frío, cansancio y hambre.
—Cuando tu mamá entró a preparar la cena, tú, Pepito y yo nos quedamos afuera para terminar —agregó su padre.
—Sí —afirmó Oliver—. Nos recordamos mutuamente que, al terminar nuestro trabajo, podríamos entrar también y mamá tendría una cena calientita lista para nosotros. Eso nos dio fuerzas para seguir trabajando.
—Exactamente, y es así como me siento ahora —explicó papá—. Extrañamos a Pepito y nos duele mucho. Pero como Pepito puso su confianza en Jesús, sabemos que está a salvo, en casa con Él. Todavía tenemos trabajo por hacer aquí, pero, cuando hayamos terminado, iremos también al cielo para estar con Jesús, y Él cuidará de nosotros hasta que llegue el momento de hacer nuevas todas las cosas. Entonces el Señor nos dará cuerpos resucitados, restaurará el mundo y todos estaremos juntos con Él, ¡para siempre!
Oliver sonrió.
—Será como entrar en la casa para cena.
CAROLYN A. PENNER
EL HOGAR DE UN CRISTIANO ES CON JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 14:2
EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS MORADAS… VOY A PREPARAR UN LUGAR PARA USTEDES.
¿Alguien que conoces terminó su trabajo en la tierra y se fue al cielo para estar con Jesús? Si conoces a Jesús como tu Salvador, tu hogar también es con Él. Nada puede separarte de Él, ¡ni siquiera la muerte! Y un día Él acabará con el pecado y la muerte para siempre, cuando haga nuevo todo el mundo. Verás a tus seres queridos que se fueron con Jesús antes que tú, y todos vivirán juntos con Él.
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