El limpiador de pecados
“Oh, ¡lo olvidé!”, pensó Joaquín mientras mecía su chocolate caliente. “¡Ya no debo traer esto acá por la alfombra nueva!” Pero su madre estaba ocupada afuera y el niño quería ver un partido en la televisión. “Tendré cuidado”, pensó. Sus ojos estaban fijos en el aparato mientras estiró la mano para dejar la taza en la mesa, pero se inclinó demasiado y un poco de la leche se derramó, dejando una mancha oscura en la nueva alfombra, que tenía un color claro.
Joaquín corrió a buscar una toalla y absorbió parte del chocolate, pero ahí quedó una fea mancha negra. Al oír que su madre entraba a la casa, el niño restregó más fuertemente, pero se dio cuenta de que no serviría de nada. “Lo mejor será contarle a mi madre lo que hice”, pensó. “A lo mejor ella sabe cómo quitar la mancha”, así que se dirigió a la cocina y confesó lo que había hecho.
“¡Oh, Joaquín!” Mamá se apresuró a evaluar los daños. “Bueno, tengo un blanqueador de alfombras que funciona muy bien en las manchas frescas”. Y fue a traerlo. Mientras trabajaba en la alfombra, le comentó a su hijo: “No podías sacar esta mancha por tu cuenta, pero este limpiador se encargará de ella. ¿Eso no te recuerda a algo acerca de Dios?”
“Eh… ¿te refieres a que Lo necesitamos a Él para que borre nuestro pecado?”, preguntó Joaquín.
Su madre asintió. “Esto me hace pensar en las personas que se esfuerzan tanto por ganarse su entrada al cielo a través de sus propias buenas obras. Yo solía ser así”.
“¿En serio?”, inquirió el niño, sorprendido.
“Sí”, contestó mamá. “Estaba segura de que las cosas buenas que hacía superaban a las malas, lo que me hacía lo suficientemente buena para ir al cielo. Pero estaba equivocada. Dios me ayudó a darme cuenta de que soy una pecadora y que las cosas malas que había cometido me dejaban una fea mancha que no podía quitar por mi cuenta. Necesitaba a Jesús, el cual tomó el castigo que yo merecía por mi pecado. Cuando confiamos en Él, nos limpia de nuestro pecado y nos perdona”.
“¿Así como me perdonaste por derramar la leche en la alfombra nueva?”, preguntó Joaquín con esperanzas. “Siento mucho haber traído acá mi chocolate. No lo volveré a hacer”.
Su madre puso a un lado el limpiador. “Sí, hijo. Te perdono”. — KAREN E. COGAN
JESÚS NOS LIMPIA DEL PECADO
VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 1:7
LA SANGRE DE JESÚS SU HIJO NOS LIMPIA DE TODO PECADO.
¿Has puesto tu fe en Jesús y confiado en Él para que te perdone? No importa cuántas buenas obras trates de hacer, no puedes deshacerte del pecado por tu cuenta. Solo la sangre de Jesús puede limpiarlo. Haz que los versículos del Salmo 51 sean tu oración de hoy. Confiésale tu pecado a Jesús y confía en que Él te dará un corazón limpio. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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