El interruptor

—¡Oye, Oswaldo! —el niño levantó la mirada y vio a su amigo Benancio que caminaba hacia él—. Descubrimos la manera de mirar de antemano las palabras del examen de ortografía del viernes —le contó el muchacho—. ¿Quieres incluirte?

—¡Claro que sí! —afirmó Oswaldo, pero su conciencia empezó a molestarlo de inmediato. Sabía que estaba mal hacer trampa. «Pero ¿cómo puedo evitarlo?», se preguntó. «Los chicos creerán que soy un cobarde si no lo hago, no puedo echarme para atrás ahora».

Esa noche, mientras su madre preparaba la cena, las luces se apagaron de repente.

—¡Oh, no! —exclamó mamá—. Creo que estaba usando demasiados aparatos a la vez. Oswaldo, pídele a tu papá que revise la caja de fusibles.

El niño tomó una linterna y bajó al sótano con su padre.

—¿Cómo funcionan estas cosas? —preguntó Oswaldo mientras observaba cómo su padre volvía a poner todos los interruptores en su puesto.

—Bueno, es un poco complicado —explicó papá—. Desde aquí salen los cables por las paredes hasta los diferentes interruptores y tomas de corriente. Si hay demasiadas cosas encendidas al mismo tiempo, se requiere tanta electricidad que los cables se ponen muy calientes y podrían causar un incendio.

—¡Guau! Eso suena muy peligroso —opinó Oswaldo.

—Sí, pero no tenemos que preocuparnos por eso —explicó su padre—. Estos interruptores apagarán el flujo de la electricidad cuando se usa demasiado —el niño asintió y comenzó a subir las gradas—. ¿Sabes? La caja de fusibles me recuerda la forma en que Dios cuida de nosotros —agregó papá—. Él no permitirá que llegue a nuestras vidas ninguna tentación que no podamos manejar. Él es como nuestro interruptor en la caja de fusibles.

—Pero a veces hacemos cosas malas —observó Oswaldo.

Su padre asintió.

—Sí, pero si conocemos a Jesús, Él ha cerrado el poder del pecado en nuestras vidas y no tenemos que ceder. Cuando somos tentados a hacer algo malo, debemos recordar que Dios nos da la fuerza para resistir la tentación. Podemos confiar en que Él nos ayudará a hacer lo correcto.

«Entonces, ya que conozco a Jesús, el pecado no tiene poder sobre mí. No tengo que hacer trampa», pensó Oswaldo. «Está bien, voy a confiar en el Señor». El niño fue a su habitación, sacó su lista de palabras y se puso a estudiar.

HAZEL W. MARETT

NO TIENES QUE PECAR

VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 10:13

DIOS… NO PERMITIRÁ QUE USTEDES SEAN TENTADOS MÁS ALLÁ DE LO QUE PUEDEN SOPORTAR, SINO QUE CON LA TENTACIÓN PROVEERÁ TAMBIÉN LA VÍA DE ESCAPE, A FIN DE QUE PUEDAN RESISTIRLA.

¿Sientes que a veces no puedes evitar hacer cosas malas? ¿Te parece que la tentación es demasiado grande? No lo es. No importa cuál sea esa tentación, si conoces a Jesús como tu Salvador, puedes vencerla. Él te ha liberado del poder del pecado, y eso significa que puedes escapar de cualquier situación tentadora. La próxima vez que sientas la tentación de hacer algo malo, confía en que Jesús te ayudará a permanecer firme y a no caer.

Clave de Hoy
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