El grifo que gotea
“¡Deja de estarme siguiendo, Zacarías!”, gritó Samuel a su hermanito menor.
“Pero yo quiero estar contigo”, dijo Zacarías con lágrimas en sus ojos.
“¡No me importa! ¡Estoy cansado de que me persigas a todos lados!”, exclamó Samuel mientras salía corriendo de la casa.
Más tarde, ese mismo día, Samuel entró para comer algo. “¿Qué estás haciendo?”, preguntó cuando encontró a su papá bajo el fregadero de la cocina.
El padre salió de debajo del fregadero y hurgó en su caja de herramientas. “El grifo está goteando otra vez y estoy tratando de arreglarlo. Desde que empezó con la fuga, he intentado, pero no he logrado que se detenga. Parece que voy a tener que llamar a un profesional”. Papá suspiró, un poco desanimado, y luego se puso manos a la obra nuevamente, mientras Samuel seguía buscando algo para comer.
Unos minutos después, el padre se dio por vencido, dejó de tratar de arreglar el grifo y se sentó en la mesa. “¿Sabes? A veces podemos ser como ese grifo”, comentó.
Samuel lo miró, confundido. “¿Cómo es eso?”
“Cuando nos enojamos con alguien y descargamos nuestro enojo, es muy parecido a un grifo que gotea. Una vez que comienza, es difícil arreglarlo. El grifo nunca más volvió a ser el mismo después de que traté de arreglarlo, así como nuestros sentimientos hacia los demás nunca vuelven a ser los mismos cuando tratamos de arreglarnos a nosotros mismos. ¡Necesitamos llamar a un profesional!”
“¿Te refieres a Jesús?”, preguntó Samuel.
“Así es”, respondió papá. “Debemos invocar a Jesús para que Él arregle las fugas de nuestras relaciones, del mismo modo que yo debo llamar a un plomero para que arregle ese grifo que gotea. La única manera de evitar que el enojo se fugue de nuestro corazón y haga daño a otros es si Él lo reemplaza con Su amor. Debemos recordar cuánto Dios nos ama, y luego mostrar a la otra persona Su amor y perdón, en lugar de nuestro enojo”.
Samuel pensó en la forma en que le gritó a su hermanito ese día. “Creo que necesito pedirle a Jesús que arregle una fuga en mi corazón y después tengo que pedirle perdón a Zacarías”.
Su padre sonrió. “Me parece una muy buena idea. Mientras tanto, ¡voy a llamar a un plomero!” – ELENA KETNER
MUESTRA EL AMOR DE DIOS A OTROS
VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 15:1
LA SUAVE RESPUESTA APARTA EL FUROR, PERO LA PALABRA HIRIENTE HACE SUBIR LA IRA.
¿Tienes alguna fuga en una relación que parecería que no puedes arreglar? ¿Gotean de tu boca palabras enojadas y crueles cuando te enfadas? No puedes arreglar la fuga por tu cuenta, necesitas un profesional. Jesús es el único que puede arreglar el enojo que gotea en tu corazón con Su amor. Confía en que Él te ayudará a amar a los demás del mismo modo que te ama a ti, y respóndeles con perdón y comprensión, y no con enojo.
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