El gatito de Salma
Cuando Salma entró en la cocina una mañana, encontró que su padre cargaba un gatito diminuto color naranja. Los ojos del gatito ni siquiera estaban abiertos.
—¿Qué le pasa? —preguntó la niña—. ¿Por qué está llorando?
Papá usó un gotero para darle un poco de leche.
—Encontré a este pequeñín afuera, solo y hambriento. Tengo miedo de que haya pasado algo malo con el resto de su familia.
—¿Entonces vas a cuidar de él?
—Sí, es demasiado chiquito para sobrevivir por su cuenta.
Salma pensó en la primera historia de la Biblia, sobre cómo Adán y Eva cuidaban de los animales. Ella también quería cuidar de la creación de Dios.
—¿Puedo ayudar?
—¡Claro que sí! Te mostraré cómo.
Salma fue extra delicada cuando su padre puso el gatito en sus brazos. Tenía el color de una zanahoria, así que le puso ese nombre. Por las siguientes semanas, la niña vio crecer a Zanahoria. Sus ojos se abrieron y luego empezó a caminar con más confianza. Poco tiempo después ya no necesitaba el gotero, porque comía alimento para gatos. Salma se sentía muy orgullosa.
Un día, cuando estaba dándole su comida a Zanahoria, él la rasguñó con sus afiladas garras. Las lágrimas llenaron los ojos de Salma. Ella levantó el plato del gato. Él no merecía la comida después de eso. En ese momento, se abrió la puerta de la casa.
—¿Está todo bien, hija? —preguntó papá.
—¡No! —la niña se echó a llorar—. Zanahoria me rasguñó. Lo único que he hecho es amarlo, ¡pero él me hizo daño!
—Oh, hija, lo siento —su padre la abrazó—. La forma en que cuidas de Zanahoria me recuerda cómo Dios cuida de nosotros. Eres amable, delicada y paciente. Dios nos ama así también, solo que Su amor es mucho más fuerte.
Salma dejó de llorar.
—A veces yo le hago daño a Dios. Cuando hago cosas que sé que no debería hacerlas —ella miró el plato de comida de Zanahoria—. Pero Dios me perdona. Jesús murió por mí para que yo pudiera vivir con Él para siempre.
Papá asintió.
—Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo.
Salma sabía lo que tenía que hacer. Puso la comida nuevamente en el piso. Zanahoria empezó a comer. La niña miró la sangre en su brazo.
—Está bien, Zanahoria, te perdono y te amo.
Salma se sintió agradecida porque Dios siempre le decía esas mismas palabras.
BECCA WIERWILLE
SÉ AMABLE Y PERDONA
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32
SEAN MÁS BIEN AMABLES UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS, PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, ASÍ COMO TAMBIÉN DIOS LOS PERDONÓ EN CRISTO.
¿Te ha costado ser amable con otros? Cuando alguien nos hace daño, puede ser difícil ser amables y perdonar. La buena noticia es que Dios siempre es amable con nosotros y nos perdona. A pesar de que hemos pecado en contra de Dios y hacemos daño a otros al hacer cosas malas, Él nos ama de todas maneras. Dios envió a Su Hijo, Jesús, a morir por nuestros pecados, para que podamos ser perdonados. Y nosotros podemos seguir Su ejemplo al mostrar amabilidad y perdón a quienes nos rodean.
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