El bote de rescate de Dios
Micael salió corriendo del automóvil para ir al muelle. ¡Su día especial había llegado al fin! Su madre había ahorrado un poco de dinero en secreto para hacer algo especial: un tour acuático de unas espectaculares formaciones de roca en la costa, cerca de su ciudad.
Cuando finalmente se embarcaron, Micael no podía dejar de mirar los colores de las peñas, pero el piloto no podía no podía dejar de ver las nubes negras en el horizonte.
—Sé que no hemos visto todo el tour todavía, pero no me gusta cómo se ve el clima —les dijo a los pasajeros—. Vamos a regresar. Por favor, asegúrense de que sus chalecos salvavidas estén bien asegurados.
Impactado, Micael finalmente dejó de observar los peñascos. Las olas se estaban haciendo más grandes y un fuerte viento se colaba por los bordes de su chaqueta. Todavía estaban lejos del muelle cuando, de repente, ¡una enorme ola volteó su barco!
—¡Mamá! Mamá, ¿dónde estás? —el niño chisporroteaba frenéticamente, tratando de ver a pesar del agua. De repente, sintió un fuerte brazo en su pecho y alguien lo sacó del océano.
—Niño, ¿estás bien? ¿Puedes respirar? ¡Dime algo! —dijo con urgencia la voz de una mujer.
Micael pestañó para sacar el agua salada de sus ojos y vio a su madre y a otra mujer en un uniforme azul. ¡Los habían rescatado! Mientras la mujer revisaba que el niño no tuviera ninguna herida, indicó:
—Vimos una tormenta en el radar y el horario mostraba que su tour estaba demasiado lejos para llegar a un lugar seguro antes que la tormenta los alcanzara, así que nos enviaron a buscarlos.
Micael no podía creer cómo Dios los había cuidado. No tenían idea de que iban a estar en problemas, ¡pero el Señor ya había estado obrando para salvarlos!
Más tarde, madre e hijo conversaron sobre su día. Micael preguntó:
—Eso es lo que Jesús hizo por nosotros, ¿verdad? Hace mucho tiempo, antes que supiéramos que necesitábamos ser salvos de nuestros pecados, Él ya tenía un plan para rescatarnos en la cruz.
—Tienes razón, y no había nada que pudiéramos hacer para salvarnos a nosotros mismo en ese tiempo, así como no podíamos salvarnos del agua. Necesitábamos que Jesús nos salvara en ambas ocasiones —respondió mamá.
A pesar del haber tenido un día con tantos sustos, Micael sonrió porque sabía que Jesús lo había salvado dos veces.
NICOLE KRAAYENBRINK
CONFÍA EN JESÚS PARA QUE ÉL TE SALVE
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 3:23-24
POR CUANTO TODOS PECARON Y NO ALCANZAN LA GLORIA DE DIOS. TODOS SON JUSTIFICADOS GRATUITAMENTE POR SU GRACIA POR MEDIO DE LA REDENCIÓN QUE ES EN CRISTO JESÚS.
¿Sabías que necesitabas que te salvaran del pecado, es decir, de las cosas malas que has hecho? Dios te ama, así que ideó un plan para rescatarte. Jesús mismo tomó el castigo por tus pecados al morir en la cruz. Cuando resucitó tres días después, demostró que es más poderoso que el pecado y la muerte, y es lo suficientemente poderoso para rescatarte. Confía en Jesús para que te salve. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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