El ayudante de abuelita

Jeremías miraba la lluvia caer por la ventana y sentía que su vida estaba tan sombría como el día. «Mi papá se fue de la casa y ni siquiera sabemos dónde está», pensó. «Ahora mamá está enferma y ahora yo soy quien debe cuidar de ella y de mis dos hermanitas. Pero ¿cómo puedo hacer todo eso y, además, seguir con mi negocio de cortar el pasto e ir a la escuela? No puedo hacer esto solo».

En ese momento, el autobús se detuvo en la esquina y una anciana se bajó. Era la Abuelita González, una vecina del barrio, y tenía una enorme maleta. El viento soplaba con tanta fuerza que Abuelita a duras penas podía dar un paso. Jeremías se apresuró a ponerse un abrigo de lluvia y se dirigió a la puerta.

—Voy a ayudar a Abuelita González —le dijo a su madre—. Está afuera, en la tormenta.

Jeremías corrió donde estaba su vecina y cargó su maleta. Cuando finalmente llegaron a su casa, ella lo miró con gratitud.

—¿Qué hubiera sido de mí sin tu ayuda? —ella sonrió—. ¿Qué te parece si te hago una taza de chocolate caliente?

—Gracias, pero tengo que llegar rápido a la casa —contestó Jeremías—. Mi mamá está enferma.

—Oh, qué mal —opinó Abuelita—. Ahora, solo quiero que recuerdes que no tienes que afrontar tus problemas solo, Jeremías. Sé que amas al Señor, así que no te olvides de que Él siempre está contigo, listo para llevar tus cargas. La Biblia nos dice que Jesús es un Salvador que empatiza con nuestras luchas porque sabe lo que se siente vivir en este mundo tan difícil. Cuéntale al Señor todo lo que estás pasando y confía en que Él te ayudará.

Mientras Jeremías corría a su casa, pensó en las palabras de Abuelita. «Jesús», oró en silencio, «siento que tengo a mi cargo más cosas de las que puedo manejar, así que Te doy gracias porque Abuelita me recordó que estás conmigo todo el tiempo. Por favor, muéstrame cómo puedo ayudar a mamá y cuidar de mis hermanas, junto con la escuela y todo lo demás».

Esa noche sonó el teléfono. Era Abuelita.

—¿Quisieras cargar mi maleta una vez más? —le preguntó—. Voy a tu casa para ayudar hasta que tu mamá esté bien.

Jeremías sonrió. «Gracias, Jesús», oró después de terminar la llamada con Abuelita. «Gracias por ayudarme».

MARY ROSE PEARSON

ENTREGA TUS CARGAS A DIOS

VERSÍCULO CLAVE: 1 PEDRO 5:7 (NTV)

PONGAN TODAS SUS PREOCUPACIONES Y ANSIEDADES EN LAS MANOS DE DIOS, PORQUE ÉL CUIDA DE USTEDES.

¿Tienes problemas que no sabes cómo manejar? ¿Crees que no hay nadie que pueda ayudarte? Si conoces a Jesús, Él te invita a acercarte con confianza. El Señor entiende lo que se siente afrontar preocupaciones y problemas, y tiene el poder para resolver cada dificultad. Conversa con Jesús sobre tu situación que confía en que Él te dará Su ayuda y dirección. Entrégale tus cargas y Él las llevará por ti.

Clave de Hoy
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