Ecos de amor

“¡El viaje en este viejo tren será divertido!”, opinó Clemente.  “Es la mejor parte de nuestras vacaciones, hasta ahora”.

“Sí”, afirmó teresa mientras todos se acomodaban en sus asientos, en un vagón abierto detrás de un viejo motor.

El maquinista era también el guía.  Cuando llegaron a una sección de rieles que atravesaba un valle, el hombre detuvo el tren.  “Este es el Valle del Eco”, indicó antes de hacer sonar un silbato.  Un pitido nostálgico lleno el aire.  Unos pocos segundos después, escucharon un débil eco de ese sonido.  El maquinista sonrió a los niños.  “Inténtenlo ustedes”, sugirió.  “Hagan su propio eco”.

Varios niños del tren tomaron turnos para gritar alguna cosa y escuchar cómo el eco regresaba.  Fue muy divertido.  Cuando fue el turno de Teresa, ella puso sus manos alrededor de su boca.  “¡Hola!”, gritó con fuerza.  “Hola”, se oyó en respuesta.

Clemente lo intentó.  “¡Adiós!”, exclamó.  “Adiós”, repitió el eco.

Cuando terminó el viaje en el tren, Clemente, Teresa y sus padres se embarcaron en su automóvil.  “¿Creen que deberíamos comer ahora o detenernos después?”, preguntó papá.

“Ahora”, contestó Clemente de inmediato.

“No”, dijo Teresa, “mejor nos detenemos después”.

“¡Pero tengo hambre ahora!”

“Ay, ya párale, ¡pareces un bebé llorón!”

“¡Tú eres la llorona!”  Los insultos continuaron entre los dos.

Su madre frunció el ceño.  “¡Escuchen el eco!”

“¿Cuál eco?”, preguntó Teresa.  “Yo no oigo ningún eco”.

“Yo sí”, aseguró mamá.  “Escucho palabras crueles y groseras que hacen eco en este automóvil.  El eco viene y va, repitiendo lo que se envía.  Cuando Teresa gritó ‘hola’, el eco no respondió ‘adiós’.  Lo mismo pasa con las palabras que usamos con los demás; la respuesta que recibimos es, con frecuencia, un eco de lo que decimos”.

“Sí”, agregó su padre, “y más que eso, las palabras que decimos son eco de lo que hay en nuestro corazón.  Si nos amamos mutuamente, las palabras que digamos harán eco de ese amor.  Pero si decimos cosas con una actitud egoísta, nuestras palabras serán crueles y feas”.

Papá miró a los niños por el espejo retrovisor.  “Pidámosle a Jesús que nos ayude a dejar a un lado nuestras actitudes egoístas y a hacer eco de Su amor en la forma en que hablamos a los demás”. 
BARBARA J. WESTBERG

HAZ ECO DEL AMOR DE DIOS CON TUS PALABRAS

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 12:34 (PDT)

LO QUE UNO DICE MUESTRA LO QUE UNO ES EN SU CORAZÓN.  

¿Qué clase de palabras dices a otras personas?  ¿Son eco del amor que Jesús ha puesto en tu corazón o son un eco de egoísmo?  Las palabras que hablemos demuestran lo que hay en nuestro corazón.  Pídele a Jesús que te ayude a responder a otros con bondad y no con egoísmo, para que puedan oír ecos de Su amor en tus palabras.

Clave de Hoy
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