¿Dónde está Leila?
—¿Dónde está Leila? —gritó Clara con una voz cantarina mientras jugaba con su hermanita menor—. ¿Dónde se esconde Leila?
Leila se asomó por sus deditos regordetes que tapaban su cara. De repente, quitó su mano.
—¡Ahí está! —exclamó Clara—. ¡Ahí está Leila!
La bebé chilló de alegría y rápidamente volvió a taparse la cara con sus manos, lista para jugar otra vez. Clara también rio.
—Realmente crees que te estás escondiendo de mí, ¿verdad? —expresó—. Los bebés son mensos, ¿no crees, mamá?
—Eso parece —afirmó su madre—. Todavía no entienden que todavía los vemos, aunque se tapen los ojos y ellos no puedan ver nada más —mamá sonrió a Clara—. Sin embargo, cuando las personas de tu edad o de mi edad tratan de esconderse, ¡ahí sí que somos mensos!
—¿Cuáles personas? —preguntó Clara—. ¿Te refieres a esa gente que trata de esconderse de la policía? ¿O los niños que tratan de esconderse de sus padres? Pero ellos no se esconden tapándose la cara con sus manos.
—Puede que no usemos el mismo método para escondernos —explicó mamá—, pero en realidad estaba pensando en cómo a veces tratamos de escondernos de Dios.
Clara frunció el ceño.
—Nadie puede esconderse de Él, ¿verdad? Dios sabe todo.
—Sí, Él sabe todo, pero muchas veces parece que nos olvidamos de eso. Hacemos algo malo y creemos que nadie lo sabe. Aun los cristianos, que deberían saber cómo son las cosas, a veces actúan como si pudieran esconder lo que hacen, olvidándose de que Dios sabe todo lo que pasó.
—Yo misma he tratado de hacer eso —admitió Clara. La niña rio cuando vio que Leila nuevamente espiaba en medio de sus deditos—. Es tan tierno cuando una bebé cree que puede esconderse, pero no tiene nada de lindo que nosotras pensemos así, ¿cierto?
—No —aseguró su madre—. Tratar de escondernos solo empeora las cosas. Cuando hacemos algo malo, debemos ser honestas y confesarlo a Jesús. Él murió para tomar el castigo por nuestro pecado, para que podamos tener una relación con Dios. Así que no hay razón para esconderse. En lugar de eso, debemos pedirle perdón al Señor.
Clara sonrió cuando su hermanita quitó las manos de su carita.
—¡Ahí está Leila! —exclamó, y ambas estallaron en risas.
HAZEL W. MARETT
NO TE PUEDES ESCONDER DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: JEREMÍAS 23:24
«¿PODRÁ ALGUIEN ESCONDERSE EN ESCONDITES DE MODO QUE YO NO LO VEA?», DECLARA EL SEÑOR. «¿NO LLENO YO LOS CIELOS Y LA TIERRA?», DECLARA EL SEÑOR.
¿Crees que nadie se da cuenta cuando haces algo malo? ¿Rompiste esa lámapara? ¿Dijiste esa mentira? ¿Te robaste una galleta? Dios lo sabe. No puedes esconderle nada. Si has hecho algo malo, confiésalo al Jesús y Él te perdonará. Después cuéntaselo a cualquier persona a la que hayas ofendido y pídele perdón también.
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