Día de la mudanza
Era el día de la mudanza. Alana se sentó de mal humor en el asiento trasero mientras su papá seguía el camión de mudanzas que su padre conducía. La niña dejó salir un profundo suspiro y empezó a quejarse… otra vez. “No quiero mudarme. ¡No quiero dejar a mis amigos ni conocer nueva gente!”
De repente, el camión de mudanza se detuvo en un semáforo en verde y bloqueó ambos carriles.
“¿Qué está pasando, mamá? ¿Por qué se detuvo papá?”, preguntó Alana.
“No sé”, contestó su madre. “No puedo ver más allá del camión”.
El semáforo se puso en rojo, luego en verde otra vez, pero el camión todavía no se movió. Los automóviles comentaron a aglomerarse y a tocar sus bocinas en enojo. Alana se encogió en su asiento. “¿Por qué papá no se mueve? ¡Nadie puede pasar por su culpa!”
“Estoy segura de que tu papá sabe lo que hace”, aseguró mamá con calma. “Seamos pacientes y confiemos en él”.
Un minuto más tarde, papá siguió conduciendo por la intersección y las bocinas se callaron. Unos kilómetros más adelante en el camino, su padre se detuvo en una gasolinera. Alana saltó fuera del automóvil y corrió hacia el camión. “Papá, ¿qué pasó en el semáforo?”
Su padre empezó a llenar de gasolina el camión al responder: “Una mujer con un bebé dejó caer una bolsa de compras en el paso peatonal. No quería que nadie los arrollara accidentalmente mientras la mujer recogía todas sus cosas, así que me estacioné en ambos carriles hasta que estuviera a salvo en la vereda”.
“¡Oh, guau!”, exclamó Alana. “Estoy segura de que todos esos conductores enojados habrían callado sus bocinas si hubieran sabido lo que estabas haciendo”.
Mamá asintió. “¿Sabes? Así como esos conductores enojados no podían ver lo que sucedía en la calle, a veces nos enojamos también cuando no podemos ver todo lo que Dios tiene planeado para nosotros”.
Alana frunció el ceño. “¿Me dices eso porque estoy enojada por la mudanza?”
El padre abrazó a su hija. “A veces queremos las respuestas en seguida, pero Jesús quiere que confiemos en Él pacientemente. Sabemos que Su plan para nosotros incluye la vida eterna con Él para siempre, así que podemos confiar en el Señor, aun cuando no entendemos todo lo que Él permite en nuestras vidas”.
Alana asintió. “Supongo que, si puedo confiar en que papá sabía lo que estaba haciendo, debería confiar aun más en Dios”. La niña sonrió. “¡Trataré de no quejarme más como esos conductores enojados con sus bocinas!” — BETHANY DEN BOER
CONFÍA EN DIOS EN TODO TIEMPO
VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 3:5
CONFÍA EN EL SEÑOR CON TODO TU CORAZÓN.
¿Alguna vez has tenido miedo en una situación desconocida? Quizá fuiste a un nuevo campamento en el verano y te tocó hacer nuevos amigos. A veces sentimos que nos pasan cosas malas y no entendemos el porqué. Pero Jesús nos dice que, en todos esos momentos que nos asustan, podemos confiar en Él porque nos ha salvado, porque nos ama y porque Él tiene control en toda situación.
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