Demasiados Migueles
—Tengo un mensaje para ti —le dijo la mamá de Leo cuando llegó de jugar afuera—. Miguel te llamó hace unos minutos. Quiere que le devuelvas la llamada.
—¿Miguel Velasco? —preguntó Leo sorprendido—. Pensé que estaba de vacaciones.
—No, era Miguel Contreras —contestó su madre—. Me olvidaba que tienes más de un amigo llamado Miguel.
En ese momento, la hermana mayor de Leo entró corriendo en la sala.
—¡Adivinen! ¡Voy a ir al juego de béisbol de la iglesia con Miguel! —exclamó—. Me invitó hoy.
Leo rio.
—¿Cuál Miguel?
—Solo conozco a un Mi… —ella hizo una pausa—. Oh, es verdad. Sí conozco a otros Migueles. Bueno, este es Miguel Fontana.
Esa noche, antes de ir a dormir, Leo oró por su familia y amigos. Él pensó en un niño de su clase de escuela dominical en la iglesia que necesitaba una cirugía.
—Amado Dios, por favor, acompaña a Miguel —comenzó Leo, pero luego se detuvo—. Tú sabes, Miguel Sánchez —agregó—. El que necesita la cirugía de corazón.
Leo frunció el ceño al pensar en cuántos Migueles había en el mundo. «Debe haber muchos Lucas, Sofías y Benjamines también», pensó. «¡Y Leos!».
Unos días después, el padre de Leo, que era médico, llamó del hospital.
—Miguel tuvo hoy su cirugía y todo salió bien —le contó a su hijo—. ¡Adivina! ¡Hay otros tres Migueles en este piso!
—Bueno, espero que los médicos y las enfermeras no se confundan —dijo Leo.
Papá rio.
—Incluso hay otro Miguel Sánchez aquí, pero no te preocupes. La madre de nuestro Miguel es la enfermera principal. Créeme, ¡ella sabe cuál Miguel es el suyo!
Cuando Leo oró por su amigo esa noche, sabía que no tenía que recordarle a Dios por cuál Miguel estaba orando, o cuál Leo era el que pedía. Tal como una madre conoce a su propio hijo, Dios conoce a cada uno de Sus hijos. «Dios sabe que le pertenezco porque confío en Jesús», pensó Leo. «¡Para Él, soy tan especial como si fuera el único Leo en todo el mundo!».
CATHERINE RUNYON
DIOS TE CONOCE PERSONALMENTE
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 43:1
YO [DIOS] TE HE REDIMIDO, TE HE LLAMADO POR TU NOMBRE; MÍO ERES TÚ.
¿Crees que Dios se cansa de cuidar a tantas personas? ¿Te preguntas si Él está demasiado ocupado como para oír tus peticiones, temores o problemas? ¡No te preocupes! Dios conoce a cada uno de Sus hijos, y todos son especiales para Él. El Señor envió a Su propio Hijo, Jesús, para morir por ti para que pudieras pertenecerle a Él. Dios se preocupa por todo lo que pasa en tu vida. ¡Él nunca te olvidará!
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