Cuando es difícil perdonar
“¡No!” Abigaíl corrió a su habitación y dio un portazo. “Ella nos dejó. No la voy a perdonar. ¡Jamás!”
La niña se lanzó de cabeza a sus almohadas y estalló en llanto. Habían pasado tres años desde que su mamá se fue. Su última llamada telefónica había sido hace dos años. ¿Y ahora quería ser parte de la vida de Abigaíl otra vez? ¿A pesar de que estaba casada con otro hombre y tenía un nuevo bebé? No estaba bien.
Su padre entró a la habitación y se sentó al filo de la cama de Abigaíl. “Sé que es difícil, hijita, pero tu mamá sí te ama. Ella quiere que sepas que lamenta mucho haberte hecho daño”.
“¡Lo que ella hizo estuvo mal!”
“Es verdad. Pero yo también hice muchas cosas malas y me perdonaste”.
“Pero tú no me abandonaste”, gritó Abigaíl ahogando su voz en la almohada.
“Puede que no, pero algunas de mis decisiones te lastimaron del mismo modo que las de tu madre”.
La cama se movió cuando el padre se inclinó hacia adelante para tomar un libro del velador de Abigaíl. Ella no tuvo que mirar; ya sabía que era su Biblia.
“Me pregunto qué dice Dios que debemos hacer en una situación como esta”, comentó papá.
Abigaíl se quejó. Sabía exactamente lo que Dios decía que debía hacer, pero no estaba lista para dejar de estar enojada. Todavía no. “Ella no merece ser perdonada”.
“¿Te imaginas qué pasaría si Jesús dijera eso sobre nosotros?”
Abigaíl se estremeció. ¿No ser perdonada por Jesús? Eso sería terrible. La niña se dio vuelta y se sentó. “Eso no me gustaría”.
“A mí tampoco. Entonces, si Jesús puede perdonarnos por herirlo, ¿no deberíamos hacer lo mismo cuando alguien nos hiere?”
Abigaíl pensó por un momento antes de asentir. “Sí, pero voy a necesitar ayuda. Perdonar es difícil”.
“Nos ayudaremos el uno al otro”, afirmó papá mientras abrazaba a Abigaíl. “Y Dios también nos ayudará. Debido a que Él perdonó nuestros pecados, nosotros podemos perdonar a otros. Eso no significa que el dolor desaparecerá mágicamente, pero cuando perdonamos a otros, le permitimos a Jesús que comience a sanar nuestros corazones. Creo que ya estoy listo para eso”.
Abigaíl le devolvió el abrazo a su padre. “Creo que también estoy lista para eso”. – JENNIFER LINDSAY
EL PERDÓN TRAE SANIDAD
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32
SEAN MÁS BIEN AMABLES UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS, PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, ASÍ COMO TAMBIÉN DIOS LOS PERDONÓ EN CRISTO.
¿Hay alguien en tu vida a quien necesitas perdonar? Perdonar a otra persona no significa que crees que lo que hizo estuvo bien. Significa que permites que Dios intervenga en la situación y comience a sanar tu corazón, y el corazón de la persona que te hizo daño. Cuando perdonamos, demostramos a otros el amor que Jesús nos ha mostrado. Confía en que Él te ayudará a perdonar, incluso cuando sea difícil.
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