Cristianos salados
—Este sí que es un buen desayuno, abuelita —opinó Natán, antes de llevarse otro bocado de huevos con jamón a la boca—. ¡Me encanta este jamón que preparaste!
—Bueno, muchas gracias —expresó el abuelo.
Natán sonrió.
—Parece que quieres llevarte el crédito por lo que cocinó mi abuelita.
—Voy a llevarme parte del crédito y tu abuela podrá quedarse con el resto —el anciano sonrió—. Yo curé este jamón y está muy bueno, modestia aparte.
—¿Tú lo curaste? —los ojos de Natán se abrieron por la sorpresa—. ¿Estaba enfermo?
El abuelo rio.
—Creo que sabes que curar un jamón se refiere al proceso de prepararlo para que no se dañe y tenga un sabor delicioso —indicó mientras cortaba otra rebanada de jamón—. Pero ¿sabes que se supone que deberías ser como este jamón?
—¿Ser como el jamón? ¿Yo? —el niño se veía confundido—. ¿A qué te refieres?
—Uno de los ingredientes principales en el proceso de curación es la sal. Ayuda a mantener el jamón para que no se arruine y le da sabor —explicó el abuelo—. Y, en la Biblia, Jesús dice que los creyentes son la sal de la tierra.
—¿Significa eso que se supone que debemos evitar que el mundo se dañe? —preguntó Natán—. ¿Cómo se supone que vamos a hacerlo? El mundo ya está muy dañado.
—Sí, el mundo está lleno de dolor y problemas a causa del pecado de las personas —declaró el abuelo—. Cuando vemos todo el dolor y el odio en el mundo, las cosas a veces parecerían no tener esperanza. Pero sí hay esperanza, porque Jesús murió y resucitó para salvar al mundo del pecado. Como cristianos, debemos darle sabor al mundo con la esperanza de Jesús. Tenemos que dejar que los demás vean Su amor en nuestras vidas y llevarlos hacia Él. Eso significa ser la sal de la tierra.
Natán sonrió.
—Entonces, ¿debemos ser cristianos salados?
El abuelo sonrió.
—De un bueno modo, sí. Tenemos que confiar en Jesús y seguirlo en todo lo que hagamos, en lugar de seguir el camino del mundo. Jesús dijo que, si la sal pierde su sabor, ya no sirve para nada. No tiene gusto. Por eso necesitamos que el Señor llene nuestras vidas con el delicioso sabor de Su bondad y Su amor.
Natán asintió.
—Abuelita, por favor, ¿podrías pasarme la leche? ¡Este jamón me está dando sed!
—¿Por qué crees que pasa eso? —preguntó la abuela mientras estiraba el brazo para tomar la leche.
—Por la sal —contestó Natán—. Lo mismo sucede con las palomitas de maíz —el niño hizo una pausa—. ¡Oigan! ¡Ya entendí! Si somos cristianos salados, ¡haremos que la gente tenga sed de Jesús!
MARY ROSE PEARSON
SÉ UN CRISTIANO SALADO
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 5:13
USTEDES SON LA SAL DE LA TIERRA.
¿Eres un cristiano salado? ¿Estás dándole sabor al mundo con la esperanza de Jesús? ¿Estás compartiendo Su amor con los que te rodean? Cuando otros ven Su bondad en tu vida, puede hacer que ellos también quieran conocer a Jesús. Confía en que el Señor te ayudará a mantener tu sabor salado mientras sales al mundo, para que las personas tengan sed de Jesús.
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