Corriendo la carrera (Parte 1)
María miró por encima de su hombro a su madre, cuyos ojos estaban medio cerrados de cara a la llovizna. Cuando María había ganado el primer premio en la carrera de la primera división de niñas, el año pasado, su madre decidió que también le gustaría correr la próxima vez. Pero ahora mamá no se veía tan entusiasmada, mientras entrenaban en ese clima tan frío y húmedo.
Su madre bajó la velocidad y se puso a caminar, y María se regresó. “Vamos, mamá”, le animó. “Puedes llegar hasta el signo de alto. No está muy lejos”. La madre sonrió débilmente, asintió y trotó hasta el signo. “Ahora corramos una vez más alrededor de la manzana”, le rogó María. “Yo estaré a tu lado”. Al ver a su madre fruncir el ceño, la niña agregó: “A mí me ayuda pensar en otra cosa mientras corro. ¿Sabes que hago a veces? Recito versículos de la Biblia o quizá todo un salmo que he aprendido. Vamos, ¡tú puedes hacerlo!” Una mirada de determinación se cruzó por el rostro de su mamá y esta mantuvo el ritmo hasta el final.
Cuando regresaron a la casa, María y su madre se pusieron ropa seca y se sentaron juntas en el sillón. “¿Estás cansada, mami?”, preguntó Samuel, el hermano menor de María.
“Estoy muy cansada”, señaló mamá mientras se frotaba las piernas.
“No sabía si lo lograrías esta vez”, confesó María, “pero lo hiciste muy bien”.
“Creo que no lo hubiera logrado sin tus palabras de aliento”, aseguró su madre. “Me has ayudado mucho”. María sonrió y su mamá le dio un abrazo. “Aprecio tu ayuda al fijar un rumbo para entrenar y por mostrarme cómo mantener el paso, pero, más que nada, aprecio la forma en que me alientas cuando estoy lista para rendirme”. Ella sonrió a su hija. “Y gracias por esa sugerencia de recitar versículos de la Biblia. Lo que inmediatamente me vino a la mente fue el versículo que dice que los hijos son una ‘herencia del Señor’”.
“¿Qué es una herencia?”, preguntó Samuel.
Mamá rio. “Significa que los hijos son regalos de Dios”. La madre observó a María. “La forma en que me diste ánimo esta mañana me lo demostró una vez más”.
“Gracias, mamá”, expresó María. “¡Ahora tú me animas a mí!”
“Qué
bueno”, afirmó su madre. “Jesús quiere que
nos animemos unos a otros”. –
SUSAN S. ARCAND
ANIMA A TU FAMILIA Y AMIGOS
VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 10:24
CONSIDEREMOS CÓMO ESTIMULARNOS UNOS A OTROS AL AMOR Y A LAS BUENAS OBRAS.
¿Das palabras de ánimo a los miembros de tu familia y amigos? ¿Pueden contar contigo para recibir una palabra amable o quizá un versículo que les levante el ánimo? Puede que seas joven, pero eso no significa que no puedas ser una verdadera ayuda y consuelo para quienes te rodean. ¿Qué puedes hacer o decir hoy para animar a otra persona y mostrarle el amor de Dios?
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