Cantando en el pasillo
Tadeo escuchó esas voces tan familiares aún ante de verlos. Los niños estaban cantando su canción favorita otra vez y eso hizo sonreír a Tadeo. Al caminar al camino frente a su casa, dos pequeñas cabecitas de cabello castaño abrieron la puerta de par en par.
—¡Hola! —gritaron Josías y Hugo, saludando con sus manos a Tadeo.
Enseguida apareció su padre detrás de ellos. Cargó a sus hijos en brazos y los abrazó con fuerza. Tadeo pudo oír que les susurraba al oído:
—¡Los amo mucho y estoy tan contento de ser su papá!
Las caras de Josías y Hugo brillaron al oír esas palabras, y luego empezaron a reírse y a retorcerse para que su padre los bajara nuevamente al suelo. Comenzaron a cantar otra vez con un vigor renovado, mientras corrían por el pasillo y desaparecieron dando brincos.
El pastor Lorenzo dio la bienvenida a Tadeo a su hogar con una sonrisa.
—Amo a esos dos traviesos más de lo que se imaginan —dijo riendo.
Pero no era necesario que lo dijera. Tadeo lo sabía por ver la sonrisa que tenía en su rostro, el gozo en los ojos de sus hijos y las innumerables veces que había sido testigo de escenas parecidas en la casa del pastor Lorenzo.
Tadeo siguió al pastor a la sala, donde otros chicos estaban reunidos para su reunión semanal de jóvenes, y se puso a pensar en cómo Dios se deleitaba en él como Su hijo. «Dios me ama tanto que dio a Su propio Hijo para salvarme, y también me recibe siempre cuando me acerco a Él», pensó Tadeo. «Josías y Hugo saben que el amor de su papá por ellos es enorme, y eso los llena de alegría. A pesar de que tiene un trabajo muy ocupado como pastor, ellos saben que tienen acceso directo a su papá en cualquier momento que deseen. Cuando están cerca de él, no pueden evitar cantar y reír».
—Gracias, Señor, por deleitarte en mí y por permitirme ver cuánto me amas, a través de esta familia —oró Tadeo al salir de la casa del pastor Lorenzo, un poco más tarde—. El amor del pastor por sus hijos no es perfecto, pero Tu amor por mí sí lo es. Saber esto me llena de gozo.
Tadeo sonrió mientras daba vuelta a la esquina con un paso ligero.
—¡Me da ganas de cantar!
TAD TRYGAR
EL AMOR DEL PADRE NOS TRAE GOZO
VERSÍCULO CLAVE: HABACUC 3:18
YO ME ALEGRARÉ EN EL SEÑOR, ME REGOCIJARÉ EN EL DIOS DE MI SALVACIÓN.
¿Te has detenido a pensar en cuánto Dios te ama? Él te ama tanto que envió a Su Hijo, Jesús, a morir por ti, para que pudieras ser Su hijo o Su hija. Nuestro amor humano es limitado, pero al amor que nos tiene nuestro Padre celestial es perfecto. ¡Saber esto nos llena de gozo! Regocíjate en el gran amor que tu Padre tiene por ti y disfruta al estar en Su presencia.
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