Brillar como la luna

“¡Listo!  Terminé mi tarea”, exclamó Amelia, cerrando su libro de matemáticas.  “¿Terminaste la tuya, Bernarda?”

Bernarda asintió.  “Sí.  Vayamos afuera…  la noche está muy bonita”.

Las niñas salieron al porche de su casa.  Las estrellas brillaban en el cielo y titilaban como diamantes distantes.  La luna parecía estar más resplandeciente que nunca.  Mientras la contemplaba, Bernarda pensó en todas las cosas que quería hacer algún día.  Después de algunos minutos, se dirigió a su hermana: “¿Qué quieres hacer cuando seas grande, Amelia?”

“A ver…”  Amelia sonrió.  “Me gustaría una cantante rica y famosa.  Quiero que la gente haga fila para verme y que todo el mundo me siga en las redes sociales”.

“Yo preferiría ganar una medalla de oro en las Olimpiadas”, compartió Bernarda.  “Eso también me haría rica y famosa”.

“Las oí”, les dijo su padre mientras subía las gradas.  “Bueno, no importa cuáles sean sus logros, solo no se olviden de quién merece el crédito”.

Bernarda sonrió a su padre.  “A ver, papá.  Supongo que porque me criaste y me llevaste a los entrenamientos de fútbol y de natación, te daré parte del crédito.  Pero si trabajo duro para ganar una medalla y ganar mucho dinero, creo que yo merecería la mayor parte del crédito”.  Ella apuntó al cielo.  “Brillaré como esa luna que está allá arriba”.

El padre levantó la vista al cielo y sonrió.  “Está bien que brillen como la luna, pero hay algo que deben recordar.  A pesar de que la luna resplandece con una luz brillante, no puede llevarse el crédito por su brillo”.

“¿Por qué no?”, preguntó Bernarda, sorprendida.

“Yo sé”, contestó Amelia.  “Porque la luna no tiene luz propia. Brilla porque refleja la luz del sol”.

“Correcto”, afirmó papá.  “Entonces, cuando brillamos como la luna, reflejamos una luz que no es nuestra.  Es la de Dios.  Él nos creó y nos dio las habilidades que tenemos.  Él nos salvó del pecado y está obrando en nuestras vidas para que seamos más como Jesús y reflejemos Su amor a los demás.  No seríamos capaces de hacer nada sin Él.  Recordemos siempre darle la gloria a Dios por todo lo que logremos”.  —  SUZANNE M. DALY

DALE A DIOS LA GLORIA POR TODO LO QUE PUEDES HACER

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 29:2

TRIBUTEN AL SEÑOR LA GLORIA DEBIDA A SU NOMBRE.

¿Qué logros has alcanzado?  ¿Qué esperas hacer en el futuro?  ¿Crees que el éxito viene solamente de tu esfuerzo?  Sí debes trabajar duro para lograr tus metas, pero no olvides que Dios es el que te da la habilidad para hacer todo lo que haces.  Él te creó con los dones que tienes y obra en tu vida para ayudarte a que Lo sirvas y hagas brillar Su luz ante los demás.  Dale a Dios el crédito por todo lo que puedes hacer.

Clave de Hoy
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