Bótalo a la basura
—Mamá, ¿podemos ir al parque? —preguntó Armonía—. Quiero ir a jugar con el trineo.
—Está bien —afirmó su madre—. Pero primero debemos limpiar esta cocina, incluyendo el refrigerador.
—Está bien —indicó Armonía—. Empezaré ahí —la niña abrió la puerta del refrigerador y empezó a examinar todas las cosas.
—Hija, ¿por qué no invitas a Teresa para que venga al parque con nosotros? —preguntó mamá.
—No —contestó Armonía de modo cortante mientras botaba a la basura unos limones con moho.
—¿No? —su madre se veía sorprendida—. ¿Por qué no?
—Probablemente esté hoy con Amanda —Armonía frunció el ceño—. Teresa ahora es amiga de Amanda.
—¿Y Teresa no puede tener más de una amiga? Podrías invitar también a Amanda.
—¡No! —gritó Armonía—. Teresa sabe que no soporto a Amanda. El año pasado, Amanda habló mal de mí y ella… ¡guácala! ¿Qué es ese olor? —la niña hizo una mueca.
Mamá hizo una mueca.
—Debes haber destapado una comida que estaba dañada.
Armonía sostuvo en alto un tazón.
—Es este viejo guiso de atún. ¡Qué asco! —ella se tapó la nariz.
—¡Rápido! —exclamó su madre—. ¡Deshazte de él!
En pocos minutos, el guiso terminó en el tacho de basura y después llevaron la basura afuera.
—Me parece que deberíamos limpiar el refrigerador más a menudo. La comida huele terrible cuando se pone vieja —comentó Armonía.
—Sí, así es —mamá pausó por un momento—. Algunas actitudes también. Por casi un año, has guardado resentimiento en contra de Amanda, y francamente ese resentimiento ha empezado a oler mal.
Armonía suspiró.
—Pero, mamá, ella habló…
—Lo sé, ya me lo contaste —señaló la madre—. Pero también dijiste cosas muy feas de ella también —Armonía se sonrojó. No había pensado en eso—. ¿No crees que es hora de botar también a la basura ese resentimiento? —preguntó mamá con delicadeza—. Sé que Amanda te hirió, y no estoy diciendo que tengas que ser su amiga. Pero, como cristianos, debemos estar dispuestos a perdonar a otros cuando nos hacen daño, tal como Jesús perdona nuestras ofensas. Cuéntale al Señor sobre el dolor que sientes, para que pueda ayudarte a soltar la amargura de tu corazón y perdonar a Amanda.
Armonía respiró profundamente.
—Le preguntaré a Teresa si quiere venir al parque —le dijo a su mamá—. Y si quiere invitar a Amanda, ella también puede venir.
BARBARA J. WESTBERG
NO GUARDES RESENTIMIENTOS
VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 3:13
PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, SI ALGUIEN TIENE QUEJA CONTRA OTRO. COMO CRISTO LOS PERDONÓ, ASÍ TAMBIÉN HÁGANLO USTEDES.
¿Estás guardando resentimiento contra alguien? ¿Te rehúsas a perdonar a esa persona por lo que hizo? Cuando dejas que un resentimiento en contra de alguien se vuelva rancio y agrio en tu corazón, te hace tanto daño a ti como a los demás. Si confías en Jesús, Él te ha perdonado por todas tus ofensas, y te ayudará a perdonar a quienes que te han ofendido. Confía en que Él te ayudará a soltar la amargura y a reemplazarla con Su amor.
Si estás luchando por perdonar a alguien que te hirió profundamente, cuéntame a un adulto de confianza para que te pueda ayudar.
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