Alegría en la mañana
Carolina oyó cómo el piso chirriaba bajo sus tenis mientras seguía a su madre por el corredor del hospital. Su padre estaba nuevamente en el hospital, y su mamá la había recogido de la escuela para visitarlo.
—¡Papi! —exclamó Carolina cuando entraron en su habitación. Ella corrió a la cama y rodeó con sus brazos los frágiles hombros de su padre—. ¿Ya descubrieron los médicos qué tienes?
Papá la abrazó para tenerla cerca.
—Todavía están haciendo exámenes, pero temo que no son buenas noticias.
Carolina sintió un nudo en la garganta.
—Voy a orar por ti, papi. Oraré para que te mejores.
El padre sonrió y apretó la mano de su hija. En poco tiempo llegó la hora de que mamá llevara a Carolina a la casa de sus tíos, donde se estaba quedando para que su madre pudiera estar cerca de su papá.
Unas semanas más tarde, Carolina se levantó y vio a su mamá sentada en el filo de su cama.
—¡Mamá! ¡Estás aquí! ¿Cómo está papá?
—Oh, hijita —dijo su madre con voz llorosa—. Tu papá ya está con Jesús.
Las lágrimas inundaron los ojos de Carolina.
—¿Qué? ¡No! Yo oré para que Jesús hiciera que se sienta mejor, ¡para que ya no estuviera enfermo!
—Y ya no está enfermo —afirmó mamá mientras abrazaba a su hija.
—Pero… ¡pero no entiendo! —las lágrimas bajaron por el rostro de Carolina—. ¿Cómo pudo Dios permitir que mi papi se muera?
—No sé, hijita —respondió su madre mientras secaba las lágrimas de sus ojos—. A veces Dios permite que sucedan cosas que no podemos entender aquí en la tierra —ella retiró el cabello que cubría los ojos de Carolina—. Pero, mi vida, piensa en cómo debe haberse sentido tu papá cuando abrió sus ojos y vio a Jesús —las palabras de mamá sonaban muy tranquilas—. Hay un versículo que dice que la alegría viene en la mañana, y hoy pasó eso con tu papá. Él se despertó y se encontró en la presencia de Jesús, sin ninguna enfermedad ni dolor. Debe haber sido una mañana maravillosa para él.
Carolina asintió.
—Me alegra que ya no esté enfermo, ¡pero ya lo extraño tanto!
—Yo también —expresó mamá con los ojos llenos de lágrimas—. Pero algún día también nos despertaremos y estaremos en la presencia de Jesús, y tu papá también estará ahí.
PHYLLIS I. KLOMPARENS
DESPUÉS DE LA MUERTE, A LOS CRISTIANOS NOS ESPERA LA ALEGRÍA
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 30:5
EL LLANTO PUEDE DURAR TODA LA NOCHE, PERO A LA MAÑANA VENDRÁ EL GRITO DE ALEGRÍA.
¿Has experimentado la muerte de un miembro de tu familia o un amigo? Es difícil perder a alguien que amas, y es natural que te sientas triste por eso e incluso que te preguntes por qué Dios lo permitió. Pero recuerda que, para los cristianos, la muerte significa pasar de esta vida en la tierra a la presencia de Jesús en el cielo. Confía en que Jesús te dará consuelo y paz cuando afrontes una pérdida, porque sabes que un día Él limpiará todas tus lágrimas, cuando lo veas cara a cara.
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