Hermanos y hermanas
Nora lanzó la puerta para cerrarla, pero su hermano la alcanzó antes. “Bueno, gracias”, dijo Boris, sarcásticamente.
“Tú nunca me sostienes la puerta abierta a mí”, protestó Nora.
“Tú nunca me sostienes la puerta abierta a mí”, remedó Boris.
Nora gruñó. “No me remedes”.
“No me remedes”.
“¡Ya basta, Boris!”, gritó Nora.
“¡Ya basta, Boris!”, dijo el niño en eco. Nora corrió a su habitación y dio un portazo.
Al día siguiente, cuando Nora y su amiga Fernanda caminaban hacia la casa, el hermano de Fernanda, Víctor, las alcanzó. “¿Cómo te fue en el examen de ortografía, Fernanda?”
“¡Muy bien!”, respondió la niña. “¡Escribí bien todas las palabras!”
“¡Genial!” Víctor comenzó a correr para alcanzar a su amigo. “¡Voy a hacer palomitas cuando lleguemos a casa!” Fernanda sonrió mientras se despedía con la mano.
Nora miró a Fernanda. “¿Tú y Víctor siempre son tan amables entre ustedes?”
“Antes solíamos pelear mucho”, explicó Fernanda, “pero entonces mamá nos recordó cómo Jesús nos ama tanto que murió por nosotros y quiere que mostremos Su amor a los demás, y que vivamos en paz. Eso significa poner los sentimientos de la otra persona por encima de los nuestros, incluso cuando el otro no se porta bien. Así que lo intenté y Víctor también, ¡y eso realmente marcó la diferencia! A veces nos olvidamos, pero ahora nos llevamos mucho mejor”.
“Quizá debería intentarlo con Boris”, pensó Nora.
Boris llegó a casa justo cuando Nora subía corriendo las gradas de la entrada, así que le sostuvo la puerta abierta. “¿Qué pasa contigo?”, preguntó.
“Nada”, respondió Nora.
“Nada”, repitió Boris. Nora solo se rio y subió a su habitación.
Durante la cena, Nora le pasó las patatas a Boris antes de servirse ella misma. “¿Cómo te fue en la escuela?”, le preguntó.
“Terrible”, contestó Boris. “No entiendo las multiplicaciones”.
“Si quieres, te puedo ayudar”, ofreció Nora.
Boris la miró, desconcertado, y Nora a duras penas podía creerlo cuando él le pasó el pollo para que ella pudiera servirse primero. “Gracias, Jesús”, oró la niña en silencio. “Por favor, ayúdanos a aprender a vivir en paz”. – JANICE M. JONES
SÉ UN PACIFICADOR EN TU HOGAR
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 34:14
APÁRTATE DEL MAL Y HAZ EL BIEN, BUSCA LA PAZ Y SÍGUELA.
¿Eres amable con tus hermanos y hermanas? ¿O les fastidias, les tratas mal, especialmente cuando te tratan del mismo modo? No es fácil ser amable con alguien que no se porta bien contigo, pero solo puedes traer paz a tus relaciones cuando tratas a los demás como lo haría Jesús. Confía en que Él te ayudará a mostrar Su amor a tus hermanos y hermanas, y lleva la paz a tu hogar.
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