El otro perro
Malaquías dejó a un lado la madera para la fogata y corrió a ver por qué Boomer, su cachorro, estaba ladrando. El perrito estaba parado en la orilla del arroyo, mirando el agua clara.
—¿Qué pasa, Boomer? —preguntó Malaquías. El niño miró para ver qué había en el agua y se echó a reír.
—¿A qué le está ladrando Boomer, hijo? —inquirió su padre.
—¡A sí mismo! Le está ladrando a su propio reflejo en el agua —Malaquías meneó la cabeza—. ¡Perro bobo! Vamos, Boomer, te daré algo de comer —la palabra mágica era «comer». Boomer inmediatamente abandonó la orilla del agua y se metió en la tienda de campaña. El perrito tomó su bocadillo y se estiró cerca del arroyo.
Papá sonrió al ver cómo Boomer mordisqueaba felizmente su huesito.
—Esto me hace acuerdo de una vieja fábula sobre un perro y un hueso —declaró—. Mientras el perro cruzaba por un puente llevando su hueso, creyó haber visto otro perro en el agua, y se enfureció.
—¡Es igual que Boomer! —exclamó Malaquías.
—Sí, y este perro no iba a permitir que el otro se quedara con su hueso —continuó papá—. Así que empezó a ladrar para espantar al otro perro. Estoy seguro de que te puedes imaginar lo que pasó cuando abrió su boca para ladrar.
Malaquías rio.
—Su hueso cayó al agua, ¿verdad?
—Correcto, y ese perro codicioso terminó sin nada —el padre añadió otro leño a la fogata—. La codicia nos hace querer obtener las cosas y aferrarnos a ellas a todo costo, pero al final perdemos todo lo que teníamos y más. Las verdaderas riquezas y el contentamiento provienen de Jesús, no de nuestras posesiones. El dinero y las cosas no perduran, pero Jesús nos ofrece un regalo que dura para siempre: el perdón por nuestros pecados y vida eterna con Él. Para que la codicia no atrape nuestros corazones, debemos volvernos a Jesús y confiar en que Él nos proveerá todo lo que necesitamos, incluyendo el gozo y el contentamiento.
En ese momento, Boomer llegó corriendo para pedir otro bocadillo. Malaquías sonrió y sacó más comida para él.
—Toma, Boomer —le dijo, esperando que el perrito tomara el huesito de su mano—. Pero no durará mucho, así que no te pongas codicioso.
MARILYN J. SENTERFITT
BUSCA LAS VERDADERAS RIQUEZAS
VERSÍCULO CLAVE: MARCOS 8:36
¿DE QUÉ LE SIRVE A UN HOMBRE GANAR EL MUNDO ENTERO Y PERDER SU ALMA?
¿Crees que tener las cosas correctas te traerán felicidad? ¿Estás tan enfocado en conseguir cosas y guardarlas, que no te importa nada ni nadie más? El gozo que perdura no proviene de tener mucho dinero ni las cosas de moda, sino que proviene de conocer a Jesús. Tener una relación con Dios nos trae verdaderas riquezas que perduran para siempre. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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