Cuatro esquinas
Naina se abrió paso a empujones mientras sus compañeros formaban un círculo alrededor de un cuadrado dividido en cuatro partes que estaba dibujado en el concreto.
—Hay un lugar en los Estados Unidos donde los cuatro estados se unen, así como estos cuatro cuadrados —explicó la señora Chamorro. Usando un pedazo grande de tiza, ella escribió el nombre de un estado, Utah, en uno de los cuadrados; Colorado, en otro; Nuevo México en el tercero; y Arizona en el último—. Muchos turistas visitan ese sitio y disfrutan al caminar de un estado al otro —contó la maestra en la clase—. También les gusta estar en más de un estado a la vez. ¿Quién puede mostrarnos cómo se puede hacer eso?
Naina levantó la mano entusiasmada. Cuando la señora Chamorro llamó su nombre, la niña se arrodillo en el pavimento con su rodilla derecha en el cuadrado marcado como Arizona, su rodilla izquierda en Utah, su mano derecha en Nuevo México y su mano izquierda en Colorado.
—Muy bien —le felicitó la maestra—. Muchas personas que visitan las cuatro esquinas hacen lo mismo.
Esa noche, Naina les contó a sus padres sobre la demostración.
—Fue divertido fingir que estaba en los cuatro estados al mismo tiempo —afirmó.
—Recuerdo cuando oí por primera vez que uno podía pararse en más de un estado a la vez —comentó papá—. Cuando estaba en el primer año de bachillerato, lo supe por mi líder de jóvenes.
—¿De tu líder de jóvenes? —preguntó Naina.
—Mi líder mencionó las cuatro esquinas y dijo que deberíamos tener cuidado para no tratar de pararnos en dos estados diferentes espiritualmente —indicó su padre—. Dijo que, como cristianos, a veces tratamos de pararnos en el estado en que seguimos a Jesús y en el estado de una vida mundana al mismo tiempo. Podríamos decir que estamos en Jesús y en Su verdad, pero también queremos tener un pie en el mundo.
Mamá asintió.
—En las cuatro esquinas, ¿estás realmente en Colorado si tienes un pie en Nuevo México o en alguno de los otros estados?
—Bueno, no por completo —admitió Naina.
—No, y tampoco podemos amar realmente a Jesús y amar al mundo al mismo tiempo —declaró su padre—. Este mundo está lleno de pecado, pero Jesús nos ha salvado del pecado y nos ha dado vida eterna. Nuestra esperanza está en Él, no en las cosas mundanas que no perduran. Por eso debemos seguir al Señor de todo corazón en cada área de nuestras vidas.
NANCE E. KEYES
SIGUE A JESÚS, NO AL MUNDO
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 12:2
NO SE ADAPTEN A ESTE MUNDO, SINO TRANSFÓRMENSE MEDIANTE LA RENOVACIÓN DE SU MENTE.
¿Estás siguiendo a Jesús de todo corazón? ¿O estás tratando de mantener un pie en los caminos de este mundo? A pesar de que vivimos en el mundo, no pertenecemos a él… le pertenecemos a Jesús. Así que no trates de estar en dos lugares al mismo tiempo aferrándote a las actitudes pecaminosas que no encajan en la nueva vida que Jesús te ha dado, aun si el mundo te dice que eso está bien. Déjalas atrás y sigue solamente a Jesús.
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