Impronta
Sofía pasó sus dedos por la arena y observó con gran expectativa. Su familia había estado de vacaciones en Cabo, México, por varios días y finalmente había llegado el evento que había estado esperando: que soltaran a las tortuguitas bebé. Su hermano menor, Carlitos, se acercó a la cuerda que les señalaba hasta dónde podían llegar.
—¡Mira, Sofi! ¡Las está sacando del balde!
Decenas de tortuguitas diminutas, más pequeñas que las manos de Carlitos, fueron depositadas con delicadeza en la arena. Sofía chilló de la emoción al ver cómo movían sus pequeñas aletas para impulsarse por la arena hacia las olas del océano. de vez en cuando, una enorme ola cubría a los bebés, arrastrando a algunos de ellos a su hogar en el océano y devolviendo a otros a la orilla.
Sofía refunfuñó, frustrada, y le dio un codazo a su madre.
—¡Mira a esa chiquita! ¡Cada vez que se acerca al agua, viene una ola y arruina su progreso! ¿Cómo es que el hombre que las soltó no le ayuda?
Mamá sonrió.
—Todo es parte del proceso que Dios creó para las tortugas. Se llama impronta. Cuando los bebés avanzan hacia el océano, sus cuerpos recordarán el aire, la arena y otras cosas de esta misma playa. Años más tarde, cuando sea hora de que las hembras adultas pongan sus huevos, viajarán cientos, a veces miles de kilómetros para regresar a este lugar a enterrar sus huevos.
—¡Guau! ¡Las improntas son geniales! —exclamó Sofía.
Su padre tomó una fotografía.
—Eso me recuerda al Salmo 139, donde David escribió que Dios sabe todo sobre él. El Señor sabe cuando dormimos y cuando estamos despiertos. Sabe cuando estamos en casa y cuando estamos en Cabo. No hay ningún lugar al que podamos ir en el que Él no nos vea para cuidar de nosotros.
Mamá asintió.
—Cuando confiamos en Jesús, Él nos da el Espíritu Santo para recordarnos que le pertenecemos. Nuestros corazones tienen una impronta en Él, y Su Espíritu en nuestro interior nos habla y nos dice que somos de Cristo.
Carlitos comentó:
—No importa a dónde vayan estas tortugas, siempre recordarán que esta playa es su hogar.
Sofía sonrió a su hermanito.
—Y no importa dónde vayamos, aun ahora que estamos en Cabo, Jesús es nuestro hogar.
SAVANNAH COLEMAN
TENEMOS LA IMPRONTA DEL ESPÍRITU DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:16
EL ESPÍRITU MISMO DA TESTIMONIO A NUESTRO ESPÍRITU DE QUE SOMOS HIJOS DE DIOS.
¿Sabías que fuiste maravillosamente formado y creado por Dios, y que Él sabe todo acerca de ti? El Señor conoce cada día de tu vida, antes de que lo vivas, y Sus pensamientos sobre ti son más que todos los granos de arena en la orilla de una playa. Cuando eres un hijo o hija de Dios, el Espíritu Santo habla a tu corazón y te recuerda que le perteneces a Él. No importa a dónde vayas, puedes tener la confianza de que Dios te ve, te conoce y siempre estará contigo.
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