La granja de hormigas
Maya y su hermanito, Ricardo, observaban a las hormigas que corrían de arriba abajo por pequeños túneles en su granja de hormigas.
—¡Mira! —exclamó Ricardo, apuntando a una de las hormigas—. ¿Qué está llevando esa? —después de un momento, agregó—: ¿Y por qué esa otra está cavando un nuevo túnel? ¡Oh! ¿Esa de allá está limpiando? ¿Dios creó también a las hormigas?
—¡Tienes tantas preguntas! —bromeó Maya—. Sí, Dios hizo también a las hormigas.
—¿Estas hormigas de aquí son como las que están a fuera? —preguntó el niño.
—Supongo. Yo diría que, al menos, son primas —Maya se puso de pie—. Tengo que ir a estudiar, pero puedes seguir mirando mis insectos. Solo recuerda que no debes tocar la granja de hormigas.
Un poco más tarde, Maya oyó que Ricardo corrió hacia afuera de la casa. Pocos minutos después, oyó que la puerta se cerraba de un golpe y que el pequeño corría apresuradamente a su habitación. Cuando fue a ver qué le pasaba, su hermanito estaba acostado en la cama, con su cabeza bajo la almohada. Era la manera en la que Ricardo trataba de esconderse cuando era más chiquito.
—Ricardo, puedo verte —aseguró Maya—. ¿Qué pasó? ¿Por qué quieres esconderte en tu cama?
El niño sacó lentamente su cabeza de debajo de la almohada.
—Quería presentarles a tus hormigas con sus primas de afuera, pero se me cayó la granja de hormigas —confesó—. Se rompió y algunas de las hormigas escaparon —las lágrimas bajaban por las mejillas del pequeño—. ¡No quería que lo vieras!
—¡Oh, Ricardo! —Maya suspiró—. Bueno, tal vez podías haberlo escondido de mí, pero tú sabes que Dios ve todo lo que haces. No puedes esconderte de Él. Así como tú podías ver todo lo que hacían las hormigas en la granja, Dios siempre te ve y mira todo lo que haces.
—¡En verdad lo siento! —lloró Ricardo.
—Lo sé y te perdono —afirmó Maya—. ¿Y sabes una cosa? Dios te perdonará también. En lugar de tratar de esconder de él las cosas malas que hacemos, la Biblia dice que debemos confesarlas a Jesús y Él nos perdonará. El Señor murió en la cruz para tomar el castigo por nuestros pecados, para que nunca tengamos que escondernos.
Ricardo sonrió.
—Me alegra que Jesús siempre nos perdone.
—A mí también —afirmó Maya—. Ahora vayamos a recoger lo que queda de la granja de hormigas.
DARYL B. KNAUER
DIOS LO VE TODO
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 139:3 (PDT)
[TÚ, DIOS] SABES PARA DÓNDE VOY Y EN DÓNDE ME ACUESTO. TÚ SABES TODO LO QUE HAGO.
Cuando has hecho algo malo, ¿tratas de esconderlo? Eso podría funcionar con la gente, pero nunca funcionará con Dios. Él sabe todo de ti, incluso lo que estás pensando, y no hay ningún lugar en el que puedes esconderte de Él. Así que nunca trates de ocultarte. Más bien, cuéntale a Jesús cuando hayas hecho algo malo y pídele que te perdone. ¡Él promete que lo hará!
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