Arranca la maleza

Tiago dejó de trabajar y se limpió el sudor de la frente. Su abuelo también se detuvo.

—El trabajo en el huerto es muy duro —opinó—. Tal vez deberíamos tomar un descanso e ir por un poco de las galletas y el ponche que preparó la abuela.

Mientras se dirigían a la casa, el abuelo apuntó una fila de guisantes que había sembrado dos semanas antes.

—Cuidar de un huerto es un trabajo muy duro. La maleza crece fácilmente, ¿verdad?

—Sí —afirmó Tiago—. ¿Por qué Dios creó la maleza?

—Bueno, es el resultado del pecado —explicó el abuelo—. Tenemos las hierbas malas porque vivimos en un mundo pecaminoso y roto —él miró a su nieto—. ¿Está creciendo alguna hierba mala en tu vida que debas arrancar?

—¿Te refieres en nuestro jardín en casa? —Tiago se encogió de hombros—. Supongo que sí hay algunas.

El abuelo sonrió y negó con la cabeza.

—Me refiero a tu vida.

—¿En mi vida? No entiendo —declaró Tiago—. ¿Cómo podría crecer maleza en mi vida?

—No es maleza como esta —aseguró el abuelo—. Son hierbas malas de pecado. Los granjeros tienen que destruir la maleza para evitar que tomen todo el espacio y dañen sus sembrados, y nosotros debemos deshacernos de las cosas pecaminosas en nuestras vidas, para que no nos dominen y hagan daño a nuestras relaciones con los demás —el abuelo se detuvo para halar una hierba mala que había crecido muy alta—. Por ejemplo, antes solía dejar que mi furia estalle cada vez que me sentía enojado. Herí los sentimientos de muchas personas y muchas veces hice que también se enojaran. Permití que la ira y la amargura hicieran raíces en mi corazón al guardar resentimientos.

—¿En serio? No sabía que tenías problemas con el enojo —Tiago frunció el ceño—. No siempre me porto bien con mi hermana. Eso también es una mala hierba, ¿verdad? —el abuelo asintió—. Entonces, ¿cómo puedo arrancar la maleza en mi vida? —preguntó el niño.

—Primero tienes que confesarlo a Jesús —indicó el abuelo—. Él te perdonará y te ayudará a ser el hermano que Él desea. Debido a que has confiado en Jesús, el pecado no tiene poder sobre ti. En lugar de eso, puedes vivir en el poder del Espíritu Santo y elegir actuar amorosamente —el abuelo se sentó en una banca cerca del huerto—. Es probable que también tengas que pedirle perdón a tu hermana.

Tiago se sentó junto a él.

—Eso es difícil… mucho más difícil que pedirle a Jesús que me perdone —el niño suspiró—. Pero sé que tienes razón.

GAIL L. JENNER

NO DEJES QUE EL PECADO ECHE RAÍCES

VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 6:12 (NTV)

NO PERMITAN QUE EL PECADO CONTROLE LA MANERA EN QUE VIVEN; NO CAIGAN ANTE LOS DESEOS PECAMINOSOS.

¿Hay alguna hierba mala de pecado que debas arrancar de tu vida? ¿Te enojas mucho o tienes el hábito de desobedecer? Sea lo que sea, Dios dice que no debes seguir haciéndolo. Si conoces a Jesús, el pecado no tiene poder sobre ti. No permitas que tenga lugar en tu vida. Confesa tu pecado a Jesús y acepta Su perdón; confía en que Él te ayudará a deshacerte de la maleza. Después pídeles perdón también a las personas a las que hayas herido.

Clave de Hoy
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