El regalo más grandioso
Efrén arrastró sus pies mientras bajaba por las gradas en la mañana de Navidad. Echaba de menos a su papá. Esta era su primera Navidad sin él. Su padre vivía ahora con su nueva familia, por lo que ahora Efrén y su mamá celebrarían solos.
La madre estaba esperando a su hijo en la sala. Efrén sonrió cuando vio su bota navideña.
—¡Mi bota está llena!
Mamá sonrió.
—Por supuesto que sí. ¡Es Navidad!
El corazón de Efrén se alegró cuando espió más regalos bajo el árbol.
—¿Puedo abrirlos?
—¡Hazlo!
El niño rompió las envolturas y dio gracias a su madre por sus cosas nuevas, por el cepillo de dientes y las camisetas. Dejó para el final el regalo más grande.
—¡Es la patineta que quería! ¿Cómo lo supiste?
—Las mamás simplemente sabemos estas cosas —su madre le guiñó el ojo.
Efrén la abrazó con fuerza. Todavía sentía que algo le faltaba.
—¿Mi papá me mandó algún regalo?
La sonrisa de su mamá desapareció.
—Oh, cierto.
Ella le entregó a Efrén un sobre blanco. El niño lo abrió con cuidado. Quería que el regalo de su padre fuera especial, pero abrió el sobre y sacó un par de billetes de veinte dólares. Las lágrimas llenaron los ojos de Efrén. Esperaba algo diferente. Una nota, tal vez. Noticias de que su padre vendría a casa. Algo que le mostrara que su papá estaba pensando en él.
—¿Dinero?
—Lo sé. Probablemente no sabía qué comprarte —mamá se quedó cerca de Efrén—. Pero, hijo, ¿sabías que hay un regalo mucho mejor que todas estas cosas? ¿Aún mejor que tu patineta?
Efrén se limpió la nariz con la manga de su pijama navideña.
—¿Te refieres a Jesús?
—Sí, Jesús. De eso se trata este día. Dios envió a Su Hijo para que estuviera con nosotros y para morir por nosotros, para que pudiéramos vivir para siempre con Él. Sé que esas palabras quizá no te consuelen en este momento, pero esa es la verdad.
Efrén se sentó y miró a su madre a los ojos. ¿Cómo era posible que casi olvidara el verdadero significado de la Navidad, el regalo de Dios que era tan maravilloso que ni las palabras lo podían explicar?
—Te amor, mamá. Y amo a Dios, y estoy tan feliz de que sea Navidad. No me importa lo que mi papá me haya dado de regalo.
Y Efrén estaba diciendo la verdad. Dios le había dado el más grandioso de todos los regalos.
BECCA WIERWILLE
JESÚS ES NUESTRO REGALO MÁS GRANDIOSO
VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 9:15 (TLA)
¡GRACIAS A DIOS POR LO QUE NOS HA DADO! ¡ES TAN VALIOSO QUE NO HAY PALABRAS PARA DESCRIBIRLO!
¿Alguna vez te has sentido decepcionado por un regalo? Cuando las cosas no salen como esperábamos, puede que nos sintamos tristes. Pero, pase lo que pase, y sin importar lo que haya debajo del árbol de Navidad, ya hemos recibido el regalo más grandioso de todos. Este regalo es tan maravilloso que ni siquiera se lo puede describir con palabras. Esta Navidad, dale gracias a Dios por darte el mejor de los regalos.
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