Un corderito perdido
“¡Mamá!” Nidia entró corriendo en la cocina. “¡Mi cordero se perdió! Estoy segura de que aseguré la puerta después de darle de comer, pero ahora está abierta y Lanudo no está”.
“Oh, rayos”, dijo Mamá. “Bueno, vayamos a buscarlo”.
Comenzaron gritando el nombre de Lanudo mientras buscaban en la zanja y en los campos, cerca de la carretera. “Mira”, exclamó Nidia mientras se acercaban a una casa no muy lejos de la suya. “El señor y la señora Haro están trabajando en su huerto. Preguntémosles si han visto a Lanudo”. Mamá hizo un gesto afirmativo y caminaron hacia allá para preguntarles si habían visto al cordero.
“No, no lo hemos visto”, contestó la señora Haro, “pero te ayudaremos a buscarlo”. Entonces ella y su esposo se unieron a la búsqueda, dejando su trabajo sin terminar.
El señor Haro fue quien finalmente encontró a Lanudo detrás del granero de un vecino, y Nidia llevó contenta su cordero a casa. Después de asegurarse de que no pudiera volver a escapar, fue a agradecer a los esposos Haro por su ayuda.
“Lamento mucho que hayan tenido que abandonar lo que estaban haciendo”, expresó Nidia. “¿Puedo ayudarles a acabar su trabajo?”
“No, tranquila, lo terminaremos mañana”, respondió la señora Haro. “Me alegra que hayamos podido ayudarte a encontrar tu ovejita perdida”.
El señor Haro asintió. “Nidia, ¿recuerdas la parábola que contó Jesús sobre la oveja perdida? El pastor habló de eso la semana pasada en la iglesia”.
“Sí, el pastor dejó a todas las ovejas que estaban a salvo y fue a buscar el corderito que se había perdido”.
“Así es”, señaló el señor Haro. “¿Y sabías que las personas son como corderos perdidos?”
Nidia indicó que sí con la cabeza. “Y Jesús es el Buen Pastor. Él dejó el cielo y entregó Su vida para encontrarnos y salvarnos”.
“Nuevamente estás en lo cierto”, dijo el señor Haro. “Espero que nuestra búsqueda de Lanudo nos ayude a recordar que todos fuimos ovejas perdidas alguna vez, y nunca deberíamos estar tan ocupados como para no ir a buscar a otras ovejas perdidas, a otras personas que no conocen a Jesús”.
Nidia se quedó pensativa. “Tengo una nueva amiga en la escuela que no conoce a Jesús. Eso significa que ella está tan perdida como Lanudo. ¡Le voy a pedir a Jesús que me ayude a hablarle a mi amiga sobre Él, para que ella pueda ser encontrada, así como Jesús me encontró a mí!”
“Qué alegre”, afirmó el señor Haro. “También oraremos por ella… y por ti”.– NANCY I. MERICAL
HABLA A OTROS ACERCA DE JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 18:14
NO ES LA VOLUNTAD DEL PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS QUE SE PIERDA UNO DE ESTOS PEQUEÑITOS.
¿Conoces a alguna ovejita perdida? Toda persona que no conozca a Jesús está perdida… perdida en el pecado. ¡Pero hay buenas noticias! Jesús vino a buscar y a salvar a los perdidos. Jesús te encontró cuando pusiste tu fe en Él, y quiere que lleves a otras ovejas perdidas hacia Él, para que también puedan ser encontradas. Puedes hacerlo orando por ellos y compartiendo lo que Jesús ha hecho por ti. Haz todo lo posible para llevar a otros hacia Jesús.
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