Verde de la envidia

—¡Ay! —gritó Patricio cuando su hermana le pellizcó—.  ¿Por qué hiciste eso?

Clara rio traviesamente.

—¡No traes ropa verde!  Tienes que usar algo verde en el Día de San Patricio.

—Bueno, mi nombre es Patricio.  ¡Eso cuenta como usar ropa verde!

Clara inclinó su cabeza, pensativa.

—No sé… no creo que los chicos de la escuela estén de acuerdo.  Hoy vas a recibir muchos pellizcos. 

Patricio suspiró.

—Tal vez tengas razón —el niño fue a su habitación para cambiarse, pero regresó un minuto más tarde—.  Mamá, no puedo encontrar mi sudadera verde.  ¿La has visto?

—¿Te refieres a esa sudadera que me rogaste que te comprara porque Braulio tenía una igual, y luego te la pusiste solo una vez? —preguntó su madre.

—Eh… sí, esa.

—Se la regalé a tu primo cuando vino en Navidad.

—¿Se la diste a Guillermo?  ¡Mamá! —Patricio refunfuñó—.  ¿Qué me voy a poner ahora?  Toda mi ropa verde está sucia.

—Tal vez no tengas que vestirte de verde después de todo —comentó Clara—.  ¡Ya estás verde de la envidia!

El niño miró a su hermana.

—¿Ah?

—Te morías por tener esa sudadera porque Braulio tenía una, así que le tenías envidia.

Patricio miró con furia a su hermana, pero después se dio cuenta de que tenía razón.

—Creo que sí es verdad que muchas veces quiero las cosas que tiene Braulio.  Siento envidia porque sus padres le compran todo lo que quiere.

—Si es así, es bueno que puedas reconocerlo —afirmó mamá—.  Eso significa que puedes dar los pasos necesarios para arreglar ese problema.

—¿Por ejemplo? —preguntó Patricio.

—Por ejemplo, confesarle tu envidia a Jesús y pedirle que te perdone —respondió su madre—.  Y recordar que ya tienes todo lo que necesitas porque Él murió y resucitó para salvarte.  Esa es la cura para la envidia, acercarnos a Jesús y acordarnos de que Él nos da nuestro valor, no las cosas que tengamos.  El Señor ama a Braulio tanto como te ama a ti.  El valor de Braulio también va más allá de las cosas que posee.

Patricio asintió y se dirigió a su hermana.

—¿Me prestas tu gorra verde, Clara?  Ya no estoy verde de la envidia, entonces necesito algo de ese color para llevar a la escuela.  ¡No quiero que me pellizquen!

COURTNEY LASATER

NO ENVIDIES A OTROS

VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 4:19

MI DIOS PROVEERÁ A TODAS SUS NECESIDADES, CONFORME A SUS RIQUEZAS EN GLORIA EN CRISTO JESÚS.

¿Sientes envidia cuando otras personas tienen cosas que tú no?  La envidia nos hace ver a los demás en términos de lo que tienen, en lugar de quiénes son: personas amadas por Dios, al igual que nosotros.  Por esa razón, la envidia no tiene lugar en la vida de un cristiano. En lugar de eso, debemos buscar nuestro valor y satisfacción en Jesús.  Él nos salvó y promete que nos dará todo lo que necesitamos.

Clave de Hoy
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