¿Por qué no conversas?
—Por favor, ayúdenme a limpiar la mesa hoy, niños. Tengo que prepararme para una presentación que debo hacer mañana —la voz de su madre se iba apagando mientras ella avanzaba por el pasillo hacia su oficina—. ¡Gracias!
—Mamá ya no tiene tiempo para nosotros —se quejó Eliana mientras ella y su hermano, Jacob, recogían los platos—. ¡Siempre está trabajando!
—Bueno, desde que le dieron su ascenso, tiene más tareas a su cargo —comentó Jacob.
—Lo sé, pero creo que sí podría pasar un poquito más de tiempo con nosotros. ¡Me enoja que ella ni siquiera sepa que estoy molesta por eso!
—¿Por qué no lo conversas con ella? —sugirió Jacob—. Cuéntale cómo te sientes y mira si pueden buscar una solución para que ella pueda pasar más tiempo contigo.
Eliana negó con la cabeza mientras ponía el pescado que sobró en un plato para dárselo a Oliver, su gato.
—Si mamá me amara de verdad, ella lo sabría, sin que yo tenga que decírselo.
Jacob suspiró.
—¿Recuerdas el sermón que oímos la semana pasada en la iglesia? Se supone que debemos ser lentos para la ira. Tenemos que amar a los demás y perdonarlos como lo hace Jesús, y para eso muchas veces se necesita que conversemos sobre estas cosas, cuando nos sentimos heridos, para no volvernos amargados.
Eliana solo se encogió de hombros.
Unos minutos después, Eliana oyó sonidos de arcadas y vio que Oliver se frotaba la cara frenéticamente con las patas.
—¡Mamá! —gritó Eliana—. ¡Algo pasa con Oliver!
La madre entró corriendo.
—¡Se está ahogando!
No pudieron ayudar al gatito, por lo que lo llevaron al veterinario. Este descubrió que Oliver tenía una espina de pescado atorada en su garganta. El doctor hábilmente la sacó y les aseguró que el gato estaría bien.
—Es mi culpa —afirmó Eliana con lágrimas en los ojos mientras regresaban a su casa—. Yo le di el pescado… no sabía que le haría daño. Quisiera que Oliver me hubiera dicho apenas comenzó el dolor.
—Estoy segura de que Oliver sabe que lo amas y se siente mal por haberse puesto mal —indicó mamá.
Esa noche, Jacob se detuvo en la habitación de Eliana.
—¿Sabes una cosa, hermana? Oliver no podía decirte que estaba mal, así que no sabías cómo se sentía, aunque lo amas. ¿Por qué crees que sería diferente con mamá? ¿Cómo sabrá ella cómo te sientes si no se lo dices?
—Tal vez tengas razón —Eliana se levantó—. Voy a conversar ahora mismo con mamá y le diré cómo me siento.
CAMERON WROBLEWSKI
NO GUARDES RESENTIMIENTOS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 18:15 (NTV)
SI UN CREYENTE PECA CONTRA TI, HÁBLALE EN PRIVADO Y HAZLE VER SU FALTA.
¿Estás molesto con alguien? Es natural que a veces te sientas así. En ocasiones incluso tengas una buena razón para enojarte, pero no permitas que ese enojo se convierta en resentimiento. La Biblia dice que no dejemos que el sol se ponga, es decir, que el día termine, y sigamos enojados. Si alguien hizo algo que te hirió, convérsalo y arregla el problema enseguida, para que no te llenes de amargura.
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