La pimienta y el jabón
“¿Qué estás haciendo, abuelita?”, preguntó Noelia al entrar en la cocina.
“Oh, estoy preparándome para la clase que daré mañana en la iglesia”, respondió la anciana. “¿Quieres intentarlo?” Noelia asintió, emocionada. “¡Qué bien! Entonces, llena un vaso con agua”, indicó su abuela. La niña se levantó, tomó un vaso y lo llenó de agua. “Ahora espolvorea esta pimienta encima del agua, y mete du dedo en el vaso”.
“¡Oh!”, exclamó Noelia después de seguir las instrucciones de su abuela. “¡La pimienta se pegó a mi dedo!”
La anciana movió su cabeza para decir que sí. “Ahora limpia la pimienta de tu dedo y frótalo con jabón para platos”. Noelia se enjuagó el dedo y le untó un poco de jabón. “A ver”, dijo la anciana. “Ahora mete otra vez tu dedo en el agua”.
Esta vez, la pimienta se apartó del dedo de Noelia y se pegó en las paredes del vaso. “¡Qué genial!”, expresó. “Entonces, ¿qué nos enseña este experimento?”
“Digamos que el agua es el mundo y la pimienta es el pecado”, explicó su abuela. “El dedo nos representa a nosotros. Salimos al mundo y se nos pega la pimienta del pecado. Eso se debe a que nacimos con una naturaleza pecaminosa; hacemos y decimos cosas malas, ¿verdad?”
“Sí”, afirmó Noelia. “Todos caemos y fallamos”.
La anciana asintió. “Entonces, el agua es el mundo, la pimienta es el pecado y el dedo somos nosotros. Pero Jesús es como…”
“¡Como el jabón!”, terminó Noelia. “Él lava nuestros pecados”.
“Correcto”, señaló la abuela. “Y también nos da el Espíritu Santo, quien nos hace capaces de apartarnos del pecado y hacer lo correcto. Entonces, cuando salimos al mundo, podemos resistir la tentación del pecado”.
“Pero los cristianos todavía pecan a veces, ¿cierto?”, preguntó Noelia.
“Sí, así es”, aseguró la abuela. “Pero incluso cuando caemos en pecado, este no se nos pega ante los ojos de Dios, porque Jesús nos ha hecho limpios. Cuando nos damos cuenta de que hemos pecado, podemos confesarlo a Jesús, luego apartarnos de ese pecado y dejar de hacerlo. También ayuda leer la Biblia y memorizar versículos que nos recuerden que somos hijos de Dios y tenemos que obedecerlo. Cuando Jesús fue tentado en el desierto por Satanás, Él citó versículos de las Escrituras. Podemos usar la Palabra al igual que Jesús, para alejarnos del pecado, porque nos recuerda que le pertenecemos a Él”. — LUCINDA J. ROLLINGS
APÁRTATE DEL PECADO
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:11
EN MI CORAZÓN HE ATESORADO TU PALABRA, PARA NO PECAR CONTRA TI.
¿Estás luchando fielmente con la tentación del pecado? Como vives en el mundo, el pecado te rodea por todos lados. Pero si confías en Jesús, puedes resistir el pecado a través del poder del Espíritu Santo. No tienes que caer. Recuerda que estás limpio ante los ojos de Dios, y utiliza Su Palabra, ya que esta te ayudará a recordar que le perteneces a Él.
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