Amigo silencioso
“Oye, papá”, exclamó Natán mientras se lanzaba en el sillón, junto a su padre, “hoy traté de ser amable, como Jesús, pero no funcionó”.
“¿En serio?”, preguntó el padre. “¿Qué pasó?”
“Traté de hacerme amigo de Paúl, él es nuevo en la escuela, pero casi no me dirigió la palabra. Le pregunté si quería sentarse conmigo para almorzar y me dijo que no. Durante el receso, le pregunté si quería jugar y solo se encogió de hombros y me dijo que no. A lo mejor no quiere tener amigos”.
“¿Se te ocurre por qué actuó así?”, preguntó papá.
“Bueno, Javier dice que Paúl tuvo que cambiarse de escuela porque su papá está en la cárcel y su mamá tuvo que vender su casa y mudarse a un apartamento”, contestó Natán.
“Me parece que Paúl tiene muchas cosas en su cabeza”, opinó el papá.
“Yo sé, pero ¿no necesita amigos?”, preguntó Natán.
El papá asintió. “¿Recuerdas cuando te rompiste la pierna? Tus amigos vinieron con libros y juegos para alegrarte, ¿verdad?” Natán hizo un gesto afirmativo. “Según recuerdo”, continuó el papá, “no estabas muy interesado en tus amigos ese día. Tu medicina para el dolor te daba sueño, pero, si no la tomabas, te dolía demasiado tu pierna. No te sentías bien para hacer nada”.
“Sí”, dijo Natán. “Ese fue un muy mal día”.
“Estabas sanándote, así que necesitabas espacio”, explicó el papá, “y puede que Paúl necesite tiempo también. Con todas las cosas que difíciles que han sucedido en su vida últimamente, debe sentir mucho dolor. Es probable que no tenga la suficiente energía como para hacer nuevos amigos en este momento. Quizá puedas pedirle a Jesús que te muestre otra forma en que puedes actuar como un amigo para él”.
En ese momento, se le ocurrió una idea a Natán. Tomó un pedazo de papel y escribió: “Paúl, perdóname si fui una molestia para ti hoy. No lo volveré a hacer. ¿Qué tal si soy tu amigo silencioso? Si quieres jugar conmigo, solo avísame, ¿bueno? Natán”.
Al día siguiente, Paúl estaba de pie, solo, en el patio de la escuela. Natán se le acercó y le entregó la notita. “¿Qué es esto?”, preguntó Paúl.
Natán decidió ser su amigo silencioso, así que solo sonrió. Mientras se iba, miró por encima de su hombro. Paúl estaba leyendo la nota y Natán creyó haber visto una pequeña sonrisa que apareció en su rostro.– JANICE M. JONES
SÉ SENSIBLE A LOS SENTIMIENTOS DE OTROS
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 12:15
GÓCENSE CON LOS QUE SE GOZAN Y LLOREN CON LOS QUE LLORAN.
¿Eres sensible a lo que los demás niños sienten? Pórtate amistoso con los demás, pero no te pongas triste si alguien quiere estar solo. Puede que esté lidiando con cosas difíciles y no desea hablar de ellas. Pero eso no significa que no puedas ser amigo de esa persona. Ora por la situación y pídele a Jesús que te muestre cómo puedes ayudar. Muestra la bondad de Dios a aquellos que están sufriendo.
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