De vuelta al comienzo
“¿Qué pasa con esta cosa?”, exclamó Margarita. “Estos números no cuadran. Mañana, cuando entregue el reporte de tesorería para nuestro club, todos creerán que soy mensa… ¡y Carolina estará tan feliz!”
“¿Por qué le haría feliz un error en tu reporte?”, preguntó su padre. “Pensé que eran buenas amigas”.
Margarita vaciló. “Bueno, tuvimos un desacuerdo. Ambas queríamos ser la tesorera del club. Me eligieron a mí, pero ella trató de decirme cómo hacer mi trabajo. Finalmente le informé que haría las cosas a mi manera. No hemos hablado desde entonces”.
“Qué mal”. Papá revisó el reporte de Margarita y señaló unos números en la parte de arriba de la hoja. “Creo que tienes que empezar otra vez desde el comienzo y sumar con cuidado estas cantidades”.
Margarita suspiró. “Está bien, pero no entiendo cómo eso me va a ayudar. Usé una calculadora”. La niña se puso a trabajar y comenzó a revisar su trabajo. “¡Encontré mi error, papá!”, exclamó después de unos minutos. “Al inicio de esta columna, resté una de las cantidades, en vez de sumarla”.
“¿Sabes, hija?”, comentó su padre, “creo que también sería buena idea volver al comienzo de tu problema con Carolina”.
“¿A qué te refieres?”, preguntó Margarita.
“Piensa en cómo empezó su problema. ¿Deberías haber hecho algo de manera diferente? Estoy de acuerdo en que estuvo mal que Carolina tratara de hacerse cargo del trabajo para el que fuiste elegida, pero quizá haya un elemento que falta en esa ecuación”.
Margarita se mordió el labio. ‘Bueno, creo que le dije que me eligieron a mí porque ella no cae bien a nadie en el club”, respondió. “¡Y no es verdad! Pero estaba enojada porque ella estaba tratando de quitarme el trabajo. Entonces dije eso porque sabía que le iba a doler”.
Papá apuntó el reporte de tesorería de su hija. “Ahora que encontraste el error de tu reporte, puedes arreglarlo. Y tu amistad con Carolina también es así”.
“¿Me estás diciendo que tengo que pedirle perdón?”, preguntó Margarita.
Su padre asintió. “Y también pídele perdón a Jesús. Él nos perdona todos nuestros pecados y te ayudará a arreglar esta ofensa, para que tú y Carolina puedan volver a ser amigas”. — JAN L. HANSEN
RESTAURA TUS AMISTADES
VERSÍCULO CLAVE: 2 TIMOTEO 2:24
EL SIERVO DEL SEÑOR NO DEBE SER RENCILLOSO, SINO AMABLE PARA CON TODOS.
¿Te has peleado con alguien? ¿Tu relación está sufriendo por esa pelea? Piensa en lo que sucedió al comienzo. ¿Estás seguro de que todo fue culpa de la otra persona, o tal vez hiciste o dijiste cosas feas también? Pídele a Jesús que te muestre qué pudiste haber hecho mal, y después ve donde la otra persona para conversar de eso. No arrastres viejos resentimientos. Admite tus errores y perdona, para que tu amistad pueda ser restaurada.
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