Un buen amigo
Los ojos de Francisco se abrieron por el asombro cuando su padre tomó unas pinzas de su botiquín de primeros auxilios. “Quédate quieto, hijo”, le indicó su papá. Padre e hijo habían estado trabajando en la casa del árbol cuando una enorme astilla se clavó en el pulgar de Francisco, quien retiró la mano por instinto. “Sé que esto te dolerá un poquito”, admitió papá, “pero no quieres dejar la astilla en tu mano, ¿verdad?”
Francisco negó con la cabeza. El niño cerró los ojos con fuerza y estiró su mano. Su padre maniobró con cuidado y en poco tiempo la astilla estuvo afuera. Enseguida el padre lavó y desinfectó la herida, y le puso un curita.
“Papá, ¿por qué existe el dolor?”, preguntó Francisco mientras el padre servía dos vasos de limonada.
“Bueno, vivimos en un mundo caído, lo sabes”, contestó papá. “Cuando Adán y Eva pecaron, el dolor se convirtió en parte de nuestras vidas. Incluso las cosas buenas pueden doler”. Él entregó el vaso a su hijo. “¿Puedes pensar en algo que fue doloroso pero bueno para ti?”
“Sí”, respondió Francisco. “¡Sacar esa astilla de mi pulgar!”
El padre asintió. “Dolió, pero te ayudó. ¿Y qué me dices de esa vez que tu amigo Martín admitió frente a su maestro que los dos copiaron en un examen?”
“¡Eso no fue bueno! Me castigaste por una semana… y el maestro cambió mi calificación y me reprobó”. Francisco frunció el ceño. “Me alegra que Martín también se haya metido en problemas. Todavía estoy enojado con él”.
“Pero él hizo lo correcto. Martín te ayudó a aprender que hacer trampa siempre está mal. Es algo que hace daño a los demás niños de la clase y a los que están tratando de enseñarte, como tu maestro y yo”, explicó papá. “A mí me parece que Martín es el mejor amigo que podrías tener. Creo que Dios lo usó para ayudarte a que te des cuenta de lo malas que fueron tus acciones y para moldearte, a fin de que seas más como Jesús… a pesar de que dolió”.
Francisco miró el curita en su mano. Todavía le dolía su pulgar, pero se sentía mucho mejor ahora que la astilla estaba fuera. “Supongo que Martín sí es un buen amigo. Probablemente debería pedirle perdón por enojarme tanto con él”.
“Buena idea”, afirmó su padre. “A pesar de que te dolió, él lo hizo para ayudarte”. — AGNES MADDY
LOS BUENOS AMIGOS TE AYUDAN, AUNQUE DUELA
VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 27:6
FIELES SON LAS HERIDAS DEL AMIGO.
¿Alguna vez te dolió lo que alguien hizo, a pesar de que lo hiciera para ayudarte? ¿Ese amigo te hizo ver que hiciste algo malo? ¿Algún maestro te hizo quedar en el recreo que estabas ganduleando en la clase? En vez de enojarte, piensa en tus acciones. Si fueron malas, pídele a Jesús que te perdone. Luego dale gracias por poner amigos fieles en tu vida para ayudarte, incluso cuando duele.
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