Canastas tejidas
“¡Esto será muy divertido!”, declaró Teresa, quien se moría de ganas de que su abuela la enseñara cómo tejer una canasta.
La niña vio cómo la anciana levantaba un balde lleno con agua y juncos que se estaba en el lavaplatos. “Ahora observa con cuidado”, le indicó la abuela. Esta le demostró cómo doblar los juncos y le explicó el patrón del tejido. En poco tiempo, Teresa estaba lista para empezar su propia canasta.
“Lo estás haciendo muy bien”, aseguró la anciana después que su nieta completara varias filas de tejido en su canasta.
“Es divertido… y es más fácil de lo que creí”, contestó Teresa. La niña siguió tejiendo y solo se detenía de vez en cuando para pedirle ayuda a su abuela. “Estos juncos no se están doblando muy bien”, comentó Teresa después de un rato. Ella sostenía el último del montón que su abuela había ordenado antes que comenzaran el proyecto.
“Déjame ver”. La anciana inspeccionó el junco que Teresa estaba tratando de usar. “Este junto está demasiado seco. Tienes que ponerlo nuevamente en el agua y utilizar otro diferente. Es importante que mantengas mojados a tus juncos”.
Después de cambiar el material, Teresa comenzó a tejer con facilidad nuevamente. “Así está mejor”, afirmó.
“Qué bueno”. La abuela sonrió y después preguntó: “¿Sabes lo que son los cristianos que tienen un corazón endurecido?”
“¿Cristianos que tienen un corazón endurecido?”, repitió Teresa. “¿A qué te refieres?”
“Me vienen a la mente los cristianos que tienen la determinación de hacer las cosas a su manera, en lugar de seguir la dirección de Dios”, explicó la anciana.
Teresa frunció el ceño. “¿Conoces a alguien así?”
“Bueno, sí”, respondió la abuela con una sonrisa. “¡Yo! Todos podemos ser a veces como ese junco seco, que no se puede doblar. Pero, así como el tejedor de una canasta necesita juncos suaves y maleables para trabajar, Dios necesita que nuestros corazones sean humildes y flexibles, para que Él pueda formarnos como Él quiere que seamos”.
“La Biblia compara a Dios con un alfarero, ¿verdad?”, afirmó Teresa. “Y deberíamos ser como ese barro suave que Él puede moldear”.
“Tienes toda la razón”, señaló la abuela. “Debemos recordar que le pertenecemos a Jesús y dejar que Él nos guíe y nos moldee, en lugar de tercamente insistir en hacer las cosas a nuestro modo. Cada vez que veas tu canasta, recuerda que debes ser como ese junco húmedo o el barro suave con el que Dios puede trabajar. Confía en que Él moldeará para que seas más como Jesús”. — MOLLY MATAZEL
PERMITE QUE DIOS TE MOLDEE
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 64:8 (NTV)
OH, SEÑOR, ERES NUESTRO PADRE; NOSOTROS SOMOS EL BARRO Y TÚ, EL ALFARERO. TODOS SOMOS FORMADOS POR TU MANO.
¿Estás dejando que Dios te moldee como la persona que Él quiere que seas? ¿O estás empecinado en hacer las cosas a tu manera? No seas como ese junco seco e inflexible. Sé humilde y ábrete a la obra que Dios está haciendo en tu vida para que seas más como Jesús. Escúchalo cuando Él te deja en claro que algo en tu vida debe cambiar. Confía en que Dios te moldeará como el barro suave.
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