La imagen completa
“Hola, señor Juárez”, saludó Sergio al entrar en la habitación del anciano. Su madre era enfermera en un asilo de ancianos y ocasionalmente lo llevaba con su hermanita, Kimi, de visita mientras ella trabajaba. “¿Qué rompecabezas armaremos hoy?”
El señor Juárez sonrió. “Bueno, jovencito, trae mi mesita individual y te mostraré”. El anciano tomó la caja pequeña que tenía en su velador.
“No tiene una fotografía de muestra”, observó Sergio.
“Es más divertido así”, aseguró el señor Juárez. “Podemos observar cómo la escena toma forma mientras vamos armando las piezas”.
Sergio y Kimi se sentaron en la cama y empezaron a ayudar con el rompecabezas. Estaban a punto de terminar cuando Kimi agarró las tres últimas piezas y corrió al otro lado de la habitación, riendo con orgullo.
“Regresa con las piezas”, advirtió Sergio. “Sin ellas no podemos terminar el rompecabezas para ver cuál es la imagen”.
“Trae acá esas piezas, Kimi”, pidió con gentileza el señor Juárez, “y te dejaremos poner la última”. Pero la niña negó con la cabeza y se sentó en la esquina.
“¿Saben? Esto me recuerda al cuerpo de Cristo”, comentó el anciano. “A pesar de que todas estas piezas pertenecen al mismo rompecabezas, cada una de ellas tiene algo diferente que ofrecer para la imagen como un todo”.
“¿Cómo eso se parece al cuerpo de Cristo?”, preguntó Sergio.
“El Espíritu Santo mora dentro de todos los que confían en Jesús, dando a cada persona en Su iglesia dones únicos y especiales”, respondió el señor Juárez. “Solo nosotros podemos ofrecer y compartir lo que tiene nuestra pieza, y es egoísta no entregar esos dones. El cuerpo de Cristo está incompleto sin esa pieza y evitamos que otros puedan disfrutar los dones que Dios nos ha dado para ayudar a otros a ver quién es Él”.
Lentamente Kimi regresó y abrió sus manos. El señor Juárez dividió las piezas restantes entre los tres y cada uno de ellos tomó un turno para agregar su pieza del rompecabezas.
“¡Es un pez que está saltando afuera del agua!”, exclamó Sergio. El niño sonrió y luego inclinó su cabeza. “Me pregunto si estoy compartiendo con los demás mi pieza para la imagen de Dios”.
“Si duda, yo creo que sí”, dijo el señor Juárez con una sonrisa, “cada vez que ustedes, niños, entran por esa puerta”. — BETH ANNE INGRAM
COMPARTE LOS DONES QUE DIOS TE HA DADO
VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 12:4
AHORA BIEN, HAY DIVERSIDAD DE DONES, PERO EL ESPÍRITU ES EL MISMO.
¿Estás compartiendo con los demás los dones que Dios te ha dado? ¿No crees que te sentirías estafado si alguien no estuviera compartiendo su pieza de la imagen de Dios contigo? Él nos dio nuestros talentos y habilidades para que todos los miembros del cuerpo de Cristo, es decir, la iglesia, puedan experimentarlos y ver Su Espíritu en acción. No te guardes tus dones para ti mismo. Úsalos para dar a otros una imagen más completa de quién es Dios.
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