Una oportunidad para servir
Isabella se sentó en su cama y se puso a leer la carta de un misionero que habían compartido en el boletín de su iglesia. «Guau», pensó. «Quisiera poder también ayudar a la gente». La niña suspiró. «Pero no hay mucho que pueda hacer. Solo soy una niña. Tal vez me haga misionera para servir a Dios cuando sea grande».
—¡Isabella! Ven acá, por favor —le llamó su madre. La niña fue a la cocina y mamá le entregó un tazón—. La señora Nelly tiene dolor de espalda otra vez, así que le hice un guisado. ¿Se lo puedes llevar?
—Está bien —aceptó Isabella al tomar el tazón.
Cuando llegó a la casa de su vecina, la niña notó que los platos del desayuno y la cena seguían sobre la mesa, así que los enjuagó y los metió en la lavadora de platos. Luego puso la mesa para la cena. Después se sentó y acompañó a la señora Nelly mientras comía su guisado.
—Gracias por toda tu ayuda… y por hacerme compañía —expresó la señora Nelly cuando Isabella se despidió—. La mayoría de chicos de tu edad no tienen tiempo para nosotros los viejitos.
Al llegar a su casa, su hermanito menor estaba sentado en el piso de la cocina, llorando.
—Hija, ¿podrías, por favor, alimentar a Jacob? —le pidió su madre mientras picaba vegetales.
—Claro que sí —afirmó Isabella—. Vamos, Jacobito. Es hora de comer.
Después de la cena, la niña le mostró a su madre la carta del misionero.
—¿Leíste esta carta en el boletín, mamá? Es tan genial ver todas las oportunidades que tienen los misioneros para ayudar a las personas de su aldea y hablarles sobre Jesús. Quisiera poder servir al Señor así.
Su madre sonrió.
—Has estado sirviendo al Señor toda la tarde, Isa —aseguró.
—¿Yo? ¿Sirviendo al Señor? —preguntó Isabella.
—Le ayudaste a la señora Nelly y pasaste tiempo con ella. Y a mí me ayudaste con Jacob.
—Pero, mamá, solo estaba ayudando a personas —opinó la niña—. Quisiera hacer algo para Dios, pero todavía no tengo la edad suficiente.
—¿Cómo crees que sirven al Señor los misioneros? —le preguntó su madre—. Le sirven al hacer cosas para otras personas. Servimos a Dios cuando servimos a otros, y esa eso es lo que has estado haciendo, tal como los misioneros. Tus acciones de ayuda y cuidado permiten que otros puedan ver a Jesús, quien nos ama tanto que vino a la tierra a rescatarnos del pecado. Al ayudar a los demás, le sirves al Señor.
Una gran sonrisa se dibujó en la cara de Isabella.
BARBARA J. WESTBERG
PUEDES SERVIR A DIOS AHORA
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 25:40 (NVI)
[JESÚS DIJO:] «LES ASEGURO QUE TODO LO QUE HICIERON POR UNO DE MIS HERMANOS, AUN POR EL MÁS PEQUEÑO, LO HICIERON POR MÍ».
¿Crees que eres demasiado pequeño para servir a Dios? No es así. La Biblia da varios ejemplos de niños que sirvieron al Señor. Uno de ellos se encuentra en la lectura bíblica de hoy. Tú también puedes servir a Dios. Cuando ayudas y cuidas a los demás, les demuestras el amor de Jesús, quien nos sirvió al morir por nuestros pecados en la cruz. Sirves al Señor a través de cada acción hecha con amor, grande o pequeña. ¿Qué puedes hacer hoy para servir?
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