Un regalo de corazón
Malia hizo sonar las monedas que tenía en su bolsillo. Le gustaba el ruido que hacían y decía que era su canción de domingo, porque muchas veces hacía sonar las monedas antes de que empezara la escuela dominical cada semana. Malia se ganaba su propio dinero para las ofrendas, pero últimamente no había podido encontrar muchos trabajos, así que la cantidad que podía dar se estaba haciendo cada vez más pequeña.
Antonio, el niño que estaba sentado junto a ella, vio cómo ponía las monedas en la canasta de las ofrendas y rio burlonamente:
—¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó en voz muy alta—. ¿Para qué te molestas?
Malia sintió que su cara se puso roja. Bajó la cabeza y no respondió. Cuando la niña llegó a casa, le contó a su madre lo que Antonio le había dicho.
—Supongo que tiene razón —dijo con un suspiro—. Creo que mi ofrenda era la más pequeña de todas en la clase de hoy.
Mamá levantó las cejas.
—Creo que tu primer error fue comparar tu ofrenda con lo que dieron los otros niños. Nunca deberíamos dar solo para impresionar a los demás. Dime, ¿qué piensa Jesús de lo que ofrendaste? —Malia se encogió de hombros y su madre se quedó en silencio por un momento—. Hija, el mes pasado, en tu fiesta de cumpleaños, tus amigos te dieron regalos. ¿Eran todos iguales o había algunos más pequeños que otros?
—¿Los regalos? Todos eran diferentes, por supuesto —contestó Malia—. ¿Por qué?
—Bueno, ¿los niños que te dieron los mejores regalos son ahora tus amigos más cercanos? —preguntó mamá.
Malia negó con la cabeza.
—No importa lo que trajeron. El papá de Isaura estuvo enfermo mucho tiempo, así que no podía gastar mucho en un regalo, pero ¿qué importa? No me hubiera importado si no me traía nada. ¡Es mi mejor amiga!
—Lo sé —aseguró su madre—. Y eres amiga de Jesús. ¡Él te ama tanto que murió por tus pecados y resucitó de entre los muertos para salvarte! El Señor se agrada con cualquier ofrenda que le des de corazón con gratitud por lo que Él ha hecho por ti.
—Así como estoy feliz con el regalo de Isaura —exclamó Malia con una sonrisa—. Antes de la fiesta, ella me dijo que no sabía si venir o no. Tenía miedo de lo que los otros niños pensarían de su regalo. Pero le dije que me iba a encantar cualquier regalo que me trajera porque es mi amiga.
BRENDA K. GOOD
DIOS ACEPTA TUS OFRENDAS
VERSÍCULO CLAVE: ESDRAS 2:69 (NVI)
DE ACUERDO CON SUS CAPACIDADES ECONÓMICAS DIERON.
¿Tienes miedo de que tus ofrendas para el Señor no sean lo suficientemente buenas? ¿Te parecen pequeñas en comparación con lo que otras personas pueden dar? Recuerda que Jesús ve tu corazón. Tu deseo de ofrendar para Dios con amor y gratitud por lo que ha hecho por ti es lo que importa, ya sea al dar dinero o al servir de otras maneras. El Señor conoce tus circunstancias y a Él le encanta cualquier ofrenda que puedas darle porque eres Su amigo.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!