Un agujero en el techo

Joaquín estaba de pie en el patio trasero, mirando al techo de su casa. Era un lugar muy ajetreado. Un equipo de remodelación subía y bajaba por escaleras para trabajar en el agujero rectangular que había en el techo.

—Tener un tragaluz realmente iluminará nuestra oscura cocina —comentó papá, que se acercó para acompañarlo.

—Eso me recuerda a una historia de la Biblia que aprendimos en la iglesia la semana pasada —le contó Joaquín mientras observaba cómo los constructores levantaban con cuidado la ventana—. Se trataba de cuatro hombres que llevaron un amigo enfermo a Jesús. Cortaron un agujero en el techo y lo bajaron adonde estaba Jesús.

Su padre asintió.

—Conozco la historia. Había tanta gente alrededor de la casa que no podían llevar al paralítico por la puerta.

—Aun con las herramientas eléctricas, es mucho trabajo cortar un agujero en el techo —opinó Joaquín al observar cómo los hombres trabajaban—. Mi maestro dijo que, en tiempos bíblicos, los techos eran más planos y que tenían gradas que llegaban a la parte de arriba —después de un momento, el niño suspiró—. Pero bueno, la historia me puso un poco triste. Claudio y yo conversamos sobre cómo quisiéramos ser como esos hombres y llevar a Evaristo a Jesús para que lo sane.

Papá sonrió.

—Pueden hacerlo en oración —respondió.

—Sí, hemos orado, pero Evaristo todavía tiene cáncer —expresó Joaquín—. ¿Acaso Jesús ya no sana?

—Claro que sí, Jesús todavía sana —le aseguró su padre—. A veces utiliza a los médicos para hacerlo; otras veces sana con un milagro. Pero a otras ocasiones, como con tu abuelita, el Señor lleva a la persona para que esté en Su presencia en el cielo, completa por la eternidad, donde ya no hay enfermedades.

Joaquín no se sentía satisfecho con esa explicación.

—Pero ¿no hay nada que Claudio y yo podamos hacer para ayudar a Evaristo, además de orar?

—Visítenlo cada vez que puedan —contestó papá—. Y cuéntenle cosas, como el tragaluz y lo que está pasando en la escuela y en la iglesia. Si yo estuviera enfermo, me haría sentir mejor el solo hecho de saber que tengo amigos que con gusto me pondrían en una camilla, me llevarían al techo y cortarían un agujero para llevarme a Jesús. Háganle saber a Evaristo que, como no pueden hacer algo así, seguirán llevándolo al Señor en sus oraciones.

RUTH MCQUILKIN  

CONSUELA A LOS QUE ESTÁN ENFERMOS

VERSÍCULO CLAVE: 1 TESALONICENSES 5:14

ANIMEN A LOS DESALENTADOS, SOSTENGAN A LOS DÉBILES Y SEAN PACIENTES CON TODOS.

¿Tienes algún amigo o pariente que esté muy enfermo? ¿Sientes que no hay nada que puedas hacer para ayudar? Puedes orar por esa persona y confiar en que Dios obrará de la mejor manera posible. Jesús está con nosotros cuando sufrimos y Él escucha nuestras oraciones. También puedes animar a esa persona enviándole tarjetas o mensajes y visitándola. Haz lo que puedas para hacerle saber que te importa… y que a Jesús también le importa.

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