Todavía triste
Memo encontró una silla atrás del salón y se sentó allí. Cruzó sus brazos sobre su pecho y suspiró. El niño observó a las personas que se saludaban, se abrazaban y conversaban. Sus abuelos estaban adelante y todos parecían querer hablar con ellos más que con cualquier otro.
Su tío Roberto se sentó a su lado.
—¿Cómo estás, Memo?
El niño se dio la vuelta y miró a su tío. Sus ojos le brillaban.
—Quiero irme a mi casa —el niño se tapó la boca con una mano—. ¿Es malo decirlo? No quiero ser cruel ni inmaduro, simplemente no quiero estar aquí. No quiero que otra persona me diga que mi tía Patricia está más feliz en el cielo de lo que estaría aquí.
Su tío Roberto asintió lentamente.
—Creo que la mayoría de niños de nueve años preferirían estar en su casa y no en una reunión como esta —opinó—. Y entiendo lo que dices. Sabemos que tu tía está feliz con Jesús, pero también extrañamos tenerla aquí con nosotros. Quisiéramos que hubiera podido quedarse aquí un poco más de tiempo.
Los ojos de Willy se abrieron por la sorpresa. Su tío sabía de lo que estaba hablando y no creía que estuviera mal decirlo.
—Sé que el cielo es un buen lugar, pero la tía Patricia también era feliz aquí.
El tío Roberto acarició la cabeza de su sobrino.
—A pesar de que sabemos que tu tía está feliz con Jesús en el cielo, está bien estar tristes. La muerte es algo triste y Jesús entiende nuestra necesidad de hacer luto por las personas que amamos. Él lloró cuando su amigo Lázaro murió, a pesar de que sabía que estaba a punto de resucitarlo de entre los muertos. Un día el Señor también resucitará de entre los muertos a la tía Patricia y a todos los cristianos que han muerto; todos viviremos con Él para siempre, ¡y nunca volveremos a estar tristes! Hasta que llegue ese día, Jesús promete que nos consolará cuando hagamos luto y estará con nosotros cuando todavía haya tristeza.
El tío Roberto se puso de pie.
—Vayamos a ver si a tus padres no les molesta que salgamos un rato. Creo que Dios desea darnos un poco de consuelo afuera, con el aire fresco.
EMILY ACKER
DIOS NOS CONSUELA EN NUESTRO LUTO
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 5:4
BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PUES ELLOS SERÁN CONSOLADOS.
¿Has perdido a alguien que ahora está en el cielo con Jesús? ¿Todavía estás triste porque esa persona se fue, a pesar de que sabes que está feliz con el Señor? Cuando un cristiano muere, le aguarda la esperanza del cielo, pero eso no significa que no debas hacer luto o estar triste. Jesús entiende tu dolor y estará contigo en medio de ese sufrimiento. Permite que Él haga luto contigo y te consuele en tu tristeza.
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