Sigue pescando
Rubén suspiró. Deseaba que un pez mordiera el anzuelo en su gancho, hasta que al fin el corcho de pesca empezó a moverse.
—¡Al fin algo mordió el anzuelo! —Rubén haló rápidamente su caña de pescar, pero no había ningún pez y casi toda la carnada había desaparecido.
—Debe ser ese grande que se escapó —opinó el abuelo con una carcajada mientras le entregaba a su nieto un gusano fresco para ponerlo en el anzuelo—. No te des por vencido. Inténtalo otra vez.
Un poco más tarde, Rubén volvió a halar su caña de pescar.
—¡Esta vez sí atrapé uno! —él sacó el pez del gancho y lo puso en el balde con agua.
—¡Así veo! —exclamó el abuelo—. Veamos cuántos más podemos atrapar.
Después que Rubén y su abuelo pescaran varios peces más, el anciano puso los remos en su lugar y remó hacia la orilla.
—Jesús habló con Sus discípulos acerca de la pesca —comentó el abuelo mientras halaba los remos—. Algunos de ellos eran pescadores de profesión, así que entendían el lenguaje de los peces. ¿Recuerdas lo que Jesús dijo que debían hacer?
—Les dijo que pescaran personas —Rubén sonrió—. Pero ¿cómo se hace eso, abuelito? Las personas no comen gusanos.
El abuelo rio.
—Eso es verdad. Por eso debes ofrecerles un tipo diferente de comida, el alimento espiritual. Les ofreces el Pan de Vida. Así se llamó Jesús a sí mismo, ¿recuerdas? Él es el único que puede satisfacer nuestras almas y darnos vida eterna.
Rubén pensó en esto por un momento.
—Pero la gente no siempre muerde la carnada.
—No, no siempre —admitió el abuelo—. Algunos no quieren oír de Jesús para nada. Otros son como los peces que solo mordisquean la carnada: sienten curiosidad al principio, pero pierden interés después de un tiempo. Pero… —los ojos del abuelo brillaron como el agua que rodeaba al bote—. Otras personas son como los peces que atrapamos. Quieren saber todo lo que pueden y con el tiempo deciden confiar en Jesús como su Salvador —él apuntó a los peces en el balde—. Seguimos pescando, a pesar de que al principio los peces no mordían la carnada, ¿verdad? Y valió la pena. Así también debemos seguir pescando personas.
Rubén sonrió mientras admiraba los peces que habían atrapado.
—Entonces tenemos que seguir hablando a las personas de Jesús, aun cuando parezca que no muerden la carnada.
CAROLYN E. YOST
PESCA PERSONAS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 4:19 (NVI)
«VENGAN, SÍGANME —DIJO JESÚS—, Y LOS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES».
¿Pescas personas? ¿Compartes tu fe y cuentas a otros sobre Jesús y sobre cuánto Él los ama? Puede ser frustrante cuando parece que la gente no quiere escuchar, pero no te rindas. Cuéntales a los demás lo que el Señor está haciendo en tu vida, quizá al mencionar una oración que fue contestada o un versículo de la Biblia que te ayudó durante un tiempo difícil. Pero lo más importante es que debes seguir orando por quienes no conocen a Jesús y demostrarles Su amor.
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