Siembra buenas semillas
—¿Estás listo para cosechar el maíz? —le preguntó el señor Villacís a Domingo y le hizo señas para que entrara por la puerta abierta a la cabina de la alta maquinaria de la granja.
Emocionado de subirse a la cosechadora, Domingo se apresuró a subir por la escalera. El grupo de estudiantes de educación en casa al que su familia se había unido organizó un viaje a una granja que quedaba a dos horas de su hogar en la ciudad. En el camino, Domingo había observado cómo los altos edificios se iban convirtiendo en filas de casas que cada vez eran menos, hasta que había más campo que casas. Las cosechadoras, con sus ruedas más altas que las personas, se abrían paso entre los campos de maíz seco y soya, para recoger los granos de los tallos, tal como lo habían estudiado en sus clases de agricultura.
El señor Villacís se encaramó en la cabina detrás de Domingo, giró la llave y la maquinaria rugió para cobrar vida. Después se movió con cuidado en el campo cercano. Él presionó un botón y las enormes cuchillas al frente empezaron a rotar y a cortar los tallos secos del maíz.
—¿Este maíz será parte de la cena del Día de Acción de Gracias de alguna persona? —preguntó Domingo.
—Oh, no —contestó el señor Villacís—. Este campo está lleno de maíz de alta calidad que estoy cultivando para una compañía de semillas. Cuidé de manera especial esta cosecha, para que otros agricultores puedan sembrar buenas semillas el próximo año.
Domingo miró al horizonte.
—Es usted muy amable al ayudar a otros granjeros. Yo ayudé con el huerto comunitario de nuestra iglesia. Me encantaba ver crecer a las plantas, y los vegetales eran deliciosos —el niño se frotó el estómago—. Cuando sea grande quiero ser agricultor y sembrar buenas semillas.
—La agricultura es una buena profesión —aseguró el señor Villacís, mirando de reojo a Domingo—. Pero no tienes que ser grande para sembrar buenas semillas. Si eres cristiano, puedes comenzar a sembrarlas ahora mismo.
El niño arrugó la cara, confundido.
—Yo vivo en una ciudad y no tengo un tractor. ¿Cómo puedo sembrar buenas semillas?
El señor Villacís sonrió.
—¡Los cristianos pueden sembrar buenas semillas en cualquier lugar y en cualquier momento! Lo único que tenemos que hacer es mostrar a los demás cómo es Jesús al ser amables, colaboradores y amorosos, y contarles sobre el regalo de Dios, que es la salvación. Cuando sembramos las semillas de las Buenas Nuevas de Jesús, Dios usará nuestros esfuerzos para traer más personas hacia Él y hacer que Su Reino crezca.
—¡Oh! —exclamó Domingo—. Yo puedo hacer esas cosas. Contaré a más personas sobre Jesús. ¡Comenzaré a sembrar buenas semillas!
ROSE ROSS ZEDIKER
SIEMBRA BUENAS SEMILLAS PARA EL REINO DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 3:6 (NTV)
YO PLANTÉ LA SEMILLA EN SUS CORAZONES, Y APOLOS LA REGÓ, PERO FUE DIOS QUIEN LA HIZO CRECER.
¿Sabías que todos los que conocen a Jesús, tanto niños como adultos, pueden sembrar las buenas semillas del Reino de Dios? ¡Es fácil! Cuéntales a los demás sobre el amor y el perdón de Dios. Comparte historias de la Biblia con tus amigos. Invita a otras personas a la iglesia. Trata a los demás con bondad. ¡Estas buenas semillas ayudarán para que el Reino de Dios crezca!
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!